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Reportaje:

Con los ojos de Picasso

La galería Manel Mayoral exhibe obras de toda la trayectoria del artista

Verano de 1898. Picasso tiene sólo 17 años cuando una peligrosa escarlatina le confina en la casa de su amigo Manuel Pallarès en Horta d'Ebre. En los largos días de la enfermedad, pinta los paisajes de tierra dura y arquitecturas sencillas que le rodean, convirtiendo la convalecencia en un viaje iniciático que le lleva a descubrir los elementos embrionarios de toda su producción posterior. "Todo lo que sé, lo aprendí entonces", confirmó años después Picasso.

Es una afirmación que su hija Maya corrobora con la frase que acompaña uno de aquellos paisajes, dibujado a carboncillo y lápiz sobre un papel azul, que ahora se exhibe en la galería Manel Mayoral de Barcelona. "Este paisaje tan fantástico y genial es uno de los primeros descubrimientos de mi padre que hará progresar su arte durante el siglo XX", escribe Maya Picasso a propósito de esta pieza que inicia la extraordinaria exposición 35 Picassos, en cartel hasta el 31 de diciembre.

El pequeño paisaje azul pertenece a la colección privada del galerista y no está a la venta, pero no pasa así con las demás obras, muchas de las cuales exhiben ya el puntito rojo, que indica que la venta ha sido realizada.

Se trata de un recorrido por toda la trayectoria del artista, desde su juventud en Horta hasta 1971, cuando sus obras ingresan en el Louvre de París, dos años antes de su fallecimiento en Mougins. Uno tras otro, desfilan todos los símbolos de la iconografía picassiana: esbozos de personajes de Barcelona y París, payasos, desnudos, toros y minotauros, composiciones cubistas, guitarras y autorretratos... Una variedad que también se refleja en las técnicas utilizadas, que incluyen óleos, pasteles, guaches, ceras, lápiz, carbón y tinta. "Es como si miles de artistas se hubieran dado la mano para dibujar sus emociones", asegura Maya, nacida en 1935 de la unión del artista con Marie-Therese Walter.

Resultan especialmente reveladoras las numerosas obras relacionadas con la vida privada de Picasso: las flores que dibujó para Josep Soler, un músico que murió loco; el retrato entre erótico y satírico del coleccionista Sebastià Junyer, su amigo de juventud; las dedicatorias, entre otros, para el poeta norteamericano Anthony Kerrigan, el conservador de los museos de Francia Blaise Gautier y, por supuesto, para Manuel Pallarès, que le descubrió Horta, le inició a la vida bohemia y fue su amigo hasta la muerte.

Arte contra la crisis

Las galerías de arte de Cataluña han inaugurado la temporada a la sombra de los malos presagios de la crisis. Mientras tanto, con una operación comercial y mediática sin precedentes el artista británico Damien Hirst ha sacudido el mercado saltándose las galerías y poniendo sus obras directamente a subasta con una ganancia récord de 140 millones de euros. El arte consolidado sigue siendo un bien de refugio, pero los galeristas no quieren oír la palabra inversión, prefieren hablar de cultura y pedagogía y alternar la exhibición de grandes nombres con la apuesta por jóvenes talentos. "Hirst es un maestro de la comunicación y ha creado una falsa polémica, porque la operación ha sido realizada con la complicidad de sus galeristas", asegura Carles Duran, propietario de la galería Senda y presidente de Art Barcelona.

Según Duran, es prematuro aventurar previsiones económicas acerca de esta temporada. "Todavía no hay perspectiva para valorar cómo afectará la crisis al sector. Estamos recibiendo mensajes muy contradictorios: algunos venden mucho y otros nada". Lo que es cierto es que las galerías catalanas quieren abrirse a nuevos públicos y desterrar de una vez por todas su fama de espacios cerrados y herméticos. Para apoyarlas, el Departamento de Cultura de la Generalitat ha lanzado un programa de ayudas que cuenta con una dotación de 35.000 euros.

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