"Mi nombre es Bond. Joe Bond"
"Bond, Joe Bond. Qué nombre tan peliculesco", cuenta que le dicen a veces. "Pues si supieses el resto...", responde. Bond, de 55 años, es agregado de la DEA en España. Antes fue agente especial de la agencia antidroga estadounidense en México, y por ello cita en el Órale Compadre, donde le sirven unos chiles toreados aptos sólo para estómagos inmunes.
"Mi trabajo aquí es menos peligroso", dice, "pero el narco se está instalando y hay mucho que hacer". "España tiene el mayor consumo de coca per cápita, la droga es más cara, las penas, más laxas, si tienes dinero montas un negocio y usas las redes del tráfico en Galicia y en Marruecos; se habla español, se vive estupendamente; si fueses un narco latinoamericano, ¿dónde te mudarías?". No es un panorama halagüeño: "El 90% de las peleas callejeras ya están relacionadas con la droga; cada vez habrá más violencia".
El jefe de la DEA en España fue agente encubierto en México: "Y eso engancha"
Bond entró en la DEA de casualidad. De madre mexicana y padre gringo, se crió en México y estudió Marketing y Empresa en Misisipi. Cuando quebró el astillero para el que trabajaba, un vecino, jefe de la policía estatal, le echó una mano. La DEA necesitaba un agente encubierto que hablase español. Tenía 25 años, pasó el susto de su vida y descubrió su vocación. "De no haber sido por aquello yo sería empresario; mi vida, mucho más aburrida". ¿Y el miedo? "El narco sabe que si mata a un agente de la DEA será perseguido hasta el fin del mundo".
Bond combate "una guerra abierta y frustrante" que financia el terrorismo, "de las FARC a Al Qaeda", y que "no se gana con pistolas, sino dándoles donde más duele: en el dinero". Esta lucha global justifica que la DEA esté en medio mundo: "España puede combatir el narco, nosotros sólo ayudamos". Entre las victorias conjuntas, la reciente detención en Madrid de Beto el Gitano, que será extraditado a EE UU, con "ciertas garantías". "No le podemos condenar a muerte ni a cadena perpetua... una pena".
Atacando con exquisitas maneras sus tacos recuerda cuando operaba encubierto o destruía laboratorios en la jungla boliviana: "Esa adrenalina engancha". Cuesta imaginárselo haciéndose pasar por narco. "Al nivel que yo me infiltraba todos éramos hombres de negocios, en vez de hablar de manzanas, hablas de toneladas de coca". Empresarios como El Chapo Guzmán, con quien "platicó" en la cárcel: "Tiene un carisma y una inteligencia que no te imaginas". Héroes y villanos compartiendo angustias. ¿Se hacen amigos? "Un par de veces...", dice Bond, "pero lo superas: 'Mi hermano, has elegido esta vida, así que vas a ir a la cárcel, por el bien de mis hijos y de los tuyos".
Las horas en furgonetas camufladas, los micrófonos ocultos... "todos los clichés del cine son ciertos, pero exageran", dice Bond, "si te disparan 50 tiros, alguno te da". ¿Le han disparado? "Sí, nunca me dieron". ¿Disparó él? "No lo puedo contar". Entre las películas más realistas, Traffic: "Así es la corrupción mexicana, policías desprotegidos y mal pagados que eligen plata o plomo; '10.000 dólares por mirar para otro lado o mato a tu familia', ¿qué haría cualquiera?". En la DEA, la jubilación es a los 57. Bond dejará España pronto para pasar sus últimos años en Washington o Afganistán, donde, por supuesto, prefiere: "Mejor jubilarme haciendo operaciones que en un despacho". "Este trabajo es un orgullo, hacer el bien te ayuda a levantarte cada mañana". Y encima te dan una pistola... Bond, dos tequilas después, se carcajea: "¡Exacto!".
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