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11 Congreso del PSPV-PSOE
Columna
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El original y la copia

"La oscilación entre lo práctico y lo ideal es un ingrediente inmemorial de la acción política"

El socialismo valenciano tendrá que determinar a partir de hoy la forma en la que quiere ser percibido por los ciudadanos y las líneas maestras de su actuación política para los próximos años. Es muy lógico que después del largo tiempo transcurrido en la oposición, la expectativa que compartan todos los militantes y simpatizantes del PSPV y todos los ciudadanos hastiados del gobierno de la derecha, sea que el PSPV dé síntomas inequívocos de ser una alternativa real de gobierno.

El consenso fundamental de la izquierda en estos momentos tiene un carácter más pragmático que ideológico. Mientras que coexisten muchas visiones respecto de lo que ideológicamente debería ser el PSPV, en lo que no hay divisiones es en que el PSPV tiene que persuadir a los ciudadanos de que constituye una alternativa sólida al gobierno de la derecha. Este es el significado al que más estrechamente debería vincularse la identidad del futuro PSPV y el resto de los elementos deberían ordenarse en una jerarquía decreciente según su grado de representatividad en el orbe progresista.

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Ser alternativa significa dos cosas: ser diferente y ser mejor. Cuestión que nos introduce en el famoso debate sobre el original y la copia y que nos urge a responder la pregunta respecto a en qué deberíamos ser diferentes de nuestro principal adversario. Si un partido quiere ser alternativa de gobierno no puede pretender diferenciarse de su rival situándose al margen de los consensos fundamentales que se han materializado en una sociedad, ni hacer de ningún elemento con mucha carga polémica una seña palpable de su identidad.

La cuestión de cuándo una política tiene mayor vocación progresista, si cuando aspira a transformar una sociedad o cuando aspira a dejarse transformar por ella, no puede resolverse en términos absolutos. Tampoco el dilema entre ideología o pragmatismo puede ser resuelto sin una referencia al contexto porque, aparte fundamentalismos, tanto una como otro presentan elementos indispensables y no pueden eliminarse recíprocamente sin grave pérdida.

Mi opinión es que el terreno abonado para obtener un poderoso contraste con respecto al Partido Popular está en reconstruir las relaciones con la sociedad a partir de los principales elementos que configuran este mundo de realidades nuevas. Tal vez sea la pasión por las formas emergentes de pensamiento, la ampliación de referentes culturales, la complicidad adogmática con los sectores más dinámicos de la sociedad, la vitalidad urbana, la implantación de modelos organizativos extraídos de la experiencia digital, la sensibilidad hacia el talento y las clases creativas, el rigor intelectual, el antisectarismo y la percepción de la diversidad no como amenaza sino como activo estratégico, lo que nos pueda proporcionar un componente diferencial perceptible y operativo con respecto a la derecha. Todos los agentes relacionados con esas realidades emergentes, de cuyas aportaciones necesita nutrirse cualquier sociedad compleja, requieren de una interlocución política que el PPCV no les está sabiendo proporcionar y necesitan verse acogidos en el ámbito de lo público a partir de su realización mediante proyectos concretos.

Desde luego que todos esos proyectos tendríamos que inscribirlos en una apuesta muy fuerte por la igualdad, la cohesión social y la mejora constante del medio ambiente. Pero dejemos que sea el contenido sustancial de esos proyectos lo que nos aproxime a los ciudadanos, no una mera insistencia en nuestros principios ideológicos porque eso tiene un recorrido cada vez más limitado.

El PSPV está pendiente de un gran estornudo y de comprender que la oportunidad más prometedora de singularizarse como organización política es empatizar abiertamente con el futuro. La oscilación entre lo práctico y lo ideal es un ingrediente inmemorial de la acción política aunque haya quién pretenda demagógicamente lo contrario. Otros momentos vendrán en que la situación se plantee al revés, pero el gran esfuerzo debe hacerse hoy más del lado del pragmatismo que de la ideología, porque como organización nuestro riesgo más importante no es ahora una descapitalización ideológica sino una falta de justificación en el marco de una sociedad muy sofisticada así como una muy lesiva ineficacia electoral.

Carlos González Triviño es secretario de Estudios y Programas del PSPV de Valencia.

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