Una vida dedicada a la educación progresista
Desde que llegué al Gobierno, pocas veces he tenido enfrente una interlocutora más preparada y exigente que Concha Espinosa Jiménez, que ayer murió en Madrid a los 54 años.
Nadie ha defendido como ella los intereses de los trabajadores de la enseñanza, y por ello, cada negociación en la elaboración de las leyes educativas era un pulso sostenido: "Horas de trabajo duro, pero sin tensión", como la propia Concha definió nuestros debates sobre la reforma de la Ley Orgánica de Universidades.
Porque Concha tenía una fe absoluta en nuestros profesores, tanto de las enseñanzas de régimen general, como de la Universidad. Era plenamente consciente de que el futuro del país estaba en manos de quienes educan a nuestros niños y a nuestros jóvenes.
Concha tenía plena confianza en el proyecto socialista de educación. De ahí su gran compromiso con FETE-UGT. Dedicó la mayor parte de su vida a trabajar por un modelo de enseñanza progresista: un modelo equitativo y de calidad, que garantizara la igualdad de oportunidades para todos. Y con ese objetivo participó activamente en el desarrollo de nuestras dos grandes leyes educativas: la Ley Orgánica de Educación y la Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Universidades. Dos normas que gracias a sus contribuciones mejoraron sustancialmente.
El compromiso de Concha con los trabajadores de la enseñanza llegó hasta el final. Todavía hace muy pocos días seguía preguntándonos por el futuro del Estatuto de la Función Pública Docente.
Creo que todos estamos obligados a seguir el ejemplo de Concha y hacer un esfuerzo que nos permita alcanzar acuerdos para mejorar la educación que imparten nuestros docentes y reciben nuestros jóvenes. Sería el mejor homenaje.
Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo es ministra de Educación, Política Social y Deporte.
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