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Congreso regional del PP

A La Moncloa por caminos separados

Aguirre y Gallardón guardan las formas pero mantienen su ambición nacional

Soledad Alcaide

Era su día de gloria. Por eso, Esperanza Aguirre se entretuvo ayer más de media hora a las puertas del Palacio Municipal de Congresos, donde acababa de proclamarse presidenta del PP de Madrid. Recibió felicitaciones, repartió besos y sonrisas y se marchó tranquilamente a comer para celebrar con su familia su reelección. Un mandato que inicia aún con más fuerza que hace cuatro años, gracias al 96,34% de los votos que le brindaron sus huestes, cuatro puntos más.

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Minutos antes, Alberto Ruiz-Gallardón se había despedido de los suyos. Él no perdió el tiempo con palmaditas y abrazos. Nada le retenía y salió pitando en AVE hacia Córdoba con su mano derecha, Manuel Cobo, para asistir a la clausura del congreso del PP andaluz junto a Mariano Rajoy.

La actitud de los dos líderes madrileños es la foto fija de la situación que ambos atraviesan dentro del partido. Ella todavía se lame las heridas del congreso de Valencia, pero se queda con el control absoluto del PP regional. Él renuncia a enfrentarse a ella y se va fuera a buscar el aplauso que le niegan en su casa. "Valencia, Valencia..." cantaba alegremente un estrecho colaborador de Gallardón a la salida del congreso, rememorando el que fue día de gloria del alcalde.

Pese a todo, nada ha cambiado. Gallardón y Aguirre siguen soñando con La Moncloa. Lo admiten todos sus colaboradores. Pero los caminos, y sobre todo los medios que piensan utilizar, son muy distintos. También los tiempos. Ella, consciente de que está en peor posición de salida, llegará simbólicamente en metro: con los 80 kilómetros de vías que ha construido en la región, y que le valieron en las autonómicas de 2007 unos resultados nunca obtenidos por un partido. Utilizará el vehículo clásico: ser baronesa regional para catapultarse a dirigente nacional.

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Él va más rápido en el AVE que le lleva hasta las regiones donde cuenta con más respaldo. El que le ha valido estar ya mirando de reojo a Rajoy con una silla en la misma dirección nacional. Quién lo logrará antes, coinciden todos, no se revelará, como pronto, hasta después de las europeas. "Si hay una debacle en las europeas y en las gallegas, seguro que Alberto no tendrá la misma actitud en el congreso extraordinario. Ahí sí podría presentar su candidatura", explica un colaborador del alcalde. Las huestes de Aguirre también aguardan el momento en que Rajoy dé el tropiezo para mover ficha. "Somos conscientes de que hemos perdido, pero podemos esperar. Antes de las próximas generales habrá otro congreso seguro", afirma uno de los más fieles a la presidenta.

Ésa es la frontera donde podría terminar la tregua que Gallardón y Aguirre han puesto en escena. "No se ha pactado nada. Pero a los dos les conviene esta situación", sentencia un consejero del Gobierno regional. "Ahora toca esto. No montar follones. Alberto lo está haciendo muy bien. Hay que llegar así a las europeas", insiste un miembro de la ejecutiva del PP.

El PP todavía no tiene candidato para esos comicios. Y a muchos les gustaría que fuera el alcalde. Pero desde su entorno no quieren ni oír hablar de la idea. "Eso se puede descartar. Él no quiere ir. Es el viejo truco para desterrarlo", explica un asesor.

Antes de la cita electoral, la paz se puede quebrar en cualquier momento. Duraba ya varias semanas, pero sólo un día antes del congreso se vio sobresaltada por el anuncio del alcalde de rescindir el convenio con el Canal de Isabel II ante el proyecto estrella de la presidenta de privatizarlo. Este hábil movimiento del alcalde ha sentado muy mal en Sol y, sobre todo, a Ignacio González, que preside el Canal. Sorprendentemente, no ha llegado la sangre al río. Todavía.La puesta en escena de la unidad que ha supuesto el congreso de este fin de semana sólo afecta a los movimientos en el partido. "Una cosa es la situación interna del PP y otra, la gestión diaria", argumentan fuentes del Gobierno regional. "Dos instituciones tan fuertes como el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid chocan en muchos momentos, y eso es incontrolable". Aunque lo que más colisionan son los egos de Aguirre y Gallardón.

De momento, las armas están bajadas. A ella el congreso le ha servido para volver a tener las "pilas cargadas en lo ideológico y en lo político", como dijo ayer ante el plenario, después de la derrota moral que le supuso el cónclave nacional de junio. La presidenta del PP ha vuelto a demostrar este fin de semana que Madrid es aguirrista. Ésa es su baza para el futuro. Los amigos del alcalde sentados en las filas del Palacio de Congresos podían contarse fácilmente.

También le ha valido el cónclave a Aguirre para lanzar mensajes al PP nacional, donde después de Valencia todavía debe recuperar el respeto perdido. Por eso, desde el primer día del congreso envió a su gente la orden de que había que cerrar filas. "Unidad por encima de las discrepancias puntuales", les ordenó. Y ellos se cuadraron.

Luego llegaron los lances de amor entre la presidenta y el alcalde. Ninguno está interesado en que Madrid sea foco de problemas para el PP y es lo único que les une. El culmen de esta nueva manera de convivencia fue el reconocimiento del alcalde, con un tono muy poco creíble, de que ella había merecido arrasar en votos para revalidar la presidencia. "Has ganado abriendo la dirección del PP a todos. Tienes lo que te mereces", afirmó Gallardón en su discurso pese a que no ha habido integración. A nadie se le escapa que en el núcleo duro del PP regional no hay un solo miembro de los dirigentes considerados más afines al alcalde, a excepción de la concejal Ana Botella, una persona que tiene puentes entre las dos principales instituciones madrileñas.

A ambos lados de las filas gallardonistas y aguirristas niegan que hubiera ningún contacto para conformar la ejecutiva. Y si lo hubo, desde luego, no ha dado ningún fruto. "Hombre, Quique Núñez [el concejal de Centro] sí es de nuestro círculo", sugería un edil. Núñez, en realidad, es de los que no se casa con nadie.

"No hay nadie de Gallardón porque no pidieron ningún puesto. No están en eso", afirma uno de los fieles aguirristas. Porque el alcalde ha dado por perdido el PP regional desde hace tiempo. Y no le preocupa.

El mejor de los escenarios para la pareja de gobernantes madrileños, con la vista puesta en La Moncloa, es un mal resultado en Galicia y en Europa. Pero ¿y si Rajoy aguanta? ¿Y si termina de candidato a la presidencia? ¿Y si gana? "Esperanza volvería al Ayuntamiento. Siempre ha dicho que le gustaría terminar su carrera donde empezó", explica un miembro de su dirección. "Pero, si eso fuera a suceder, estoy seguro de que Alberto se marcharía unos meses antes para colocar a Botella y darle la última puntilla a Aguirre".

¿Pero adónde iría él? A un año de las generales, no le quedaría más remedio que trabajar como fontanero para el partido desde Génova. "No me imagino a Alberto parado. Pero todo puede ser", concede un concejal.

Esperanza Aguirre sonríe durante la segunda jornada del congreso ante la mirada de desagrado de Alberto Ruiz-Gallardón.
Esperanza Aguirre sonríe durante la segunda jornada del congreso ante la mirada de desagrado de Alberto Ruiz-Gallardón.GORKA LEJARCEGI

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Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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