El Getafe se viene abajo en Montjuïc

Montjuïc repartió puntos en un extraño partido que explica los complejos de muchos de los equipos de la clase media de la Liga. Apuntan maneras, lo bordan por momentos pero se quedan a medias, sólo capaces de sacar lo mejor de sí mismos por factores emocionales, según les hierve la sangre a sus jugadores. El Getafe abrumó al Espanyol en el primer tiempo pero a la vuelta del descanso, Manu transformó un penalti y todo cambió. Salió de su ensimismamiento el Espanyol y, a base de balones verticales, sin elaboración pero sin una sola pausa, cargó a discreción sobre la portería de Jacobo.

El gol de Manu, lejos de hundir al Espanyol, lo sublevó. El Espanyol empezó a jugar en vertical. Un paisaje que ni pintado para los veloces Coro y Luis García y para el pícaro Tamudo que llevaron por la calle de la amargura a la defensa del Getafe. Marcó Sergio Sánchez a la salida de una falta. El Getafe perdió el mando en el centro del campo, simplemente porque el Espanyol se saltó esa línea a base de balonazos. Una forma de actuar primitiva pero eficaz y contra la que Víctor Muñoz no encontró antídoto.