En manos de Nadal

En manos de Rafael Nadal queda cumplir hoy la predicción de la blanca pancarta. "McEnroe, esta final la vas a ver por la tele", se leía ayer bajo las maderas nobles del gallinero de Las Ventas. Apretó el calor inclemente, sudaron las atronadoras voces de la grada ardientes de españolía, celebró con canciones el público que Feliciano López cumplía 27 años, y se apagó la pareja local justo cuando ya volaba. López y Fernando Verdasco perdieron ayer el tercer punto de las semifinales de la Copa Davis contra los estadounidenses Mike Bryan y Mardy Fish (4-6, 6-4, 6-3, 4-6 y 6-4), a los que aleccionaba desde su banquillo Patrick McEnroe, el capitán de la pancarta. La derrota deja a Nadal ante una misión a la altura de su número uno. Más de 20.000 personas esperan ver en directo su victoria. Un tenista temible, Andy Roddick, le separa de ella. Y toda una temporada de fatigas, el reverso de su exitoso curso, atempera su vibrante puesta en escena, a la que seguirá la de David Ferrer contra Sam Querrey si no consigue la victoria. "Llego a la eliminatoria justo de fuerzas", resumió el mallorquín tras ganar su partido del viernes.

El mallorquín se jugará la final ante el temible Roddick y 20.000 espectadores

"Si hace dos semanas estaba cansado, pues ahora un poco más", razona Sánchez Vicario

"Y si hace dos semanas estaba cansado... pues dos semanas después, un poco más cansado", razonó ayer Emilio Sánchez Vicario, el seleccionador español. "Dicen que va a llover, así que igual tiene un día más para descansar", ironizó.

"Rafael está en una situación que conoce a la perfección", razona Toni Nadal, su tío y entrenador. "Lleva bastantes años arriba, jugando partidos de este nivel..., pero será un partido más emotivo, delante de su público. Está mentalmente preparado para asumirlo. Ahora veremos si física y técnicamente está preparado".

Antes de que llegara la amenaza de la lluvia; antes de que Feliciano López jugara con una cruz martilleando contra su pecho y de que su Verdasco maldijera a gritos los botes de esas pelotas que saltaban montañas, llegó el día en el que empezó todo. No había, como ayer, un juez de silla reclamando silencio a las palmas, los olés y las cornetas de los pasodobles, el dedo índice en los labios y el "silencio, por favor" en los altavoces. No había, como ayer, un campeón inquieto en el banquillo, guarecido bajo una gorra de la armada y casi nunca sentado mientras seguía el partido. Había expectación. Curiosidad por saber cómo llegaba el número uno del mundo a las semifinales de la Copa Davis tras su exitoso periplo por medio mundo.

Nadal se incorporó a la concentración de la selección el domingo por la noche, un día más tarde que el resto de sus compañeros. Esa misma mañana, en Mallorca, se entrenó por primera vez en seis días. Fue media hora de reencuentro con la raqueta. Los días que pasó en la isla debieron servir como terapia contra el cansancio acumulado. Jugó al golf con Toni Nadal, su tío y entrenador -"yo no le hablo de tenis cuando no toca. La sensación que tengo es que es mejor no hacerlo"-, y luego se dispuso a añadir dos partidos más a los 86 que lleva esta temporada.

Su victoria es el camino más corto para llevar a España hasta la final de la Davis, que jugará siempre como visitante entre el 21 y el 23 de noviembre contra el vencedor del Argentina-Rusia (2-1).

"Rafa no jugó muy bien contra Querrey, pero ahora es un partido muy difícil y diferente", analizó ayer Toni Nadal. "Espero un partido muy duro, porque Roddick jugó muy bien ante Ferrer. Puede pasar cualquier cosa", añadió. "Ha dado un poco de tiempo de descansar, pero también se ha encontrado con una pista complicada. Es difícil estar. No es sólo un tema de descanso. Hay algo más. Un tema técnico [por la altitud]. Será complicado. Ya se sabe: juega contra Roddick, que el otro día sacó muy bien".

¿Y qué piensa McEnroe de Nadal? ¿Es el mismo tenista abrumador que ganó Roland Garros, Wimbledon y Pekín? "Para mí sigue siendo bastante bueno. Suficiente". Ese "bastante" del diplomático McEnroe despertó ayer más de una sospecha sobre sus verdaderos pensamientos. Nadie en el equipo estadounidense quiere darle a Nadal más motivaciones. Están avisados: ya han leído la pancarta.