Universo paralelo
Aún estoy en la situación en la que puedo ver el vaso medio vacío o medio lleno. Aún, pero no me queda mucho. Mi opinión habrá cambiado dentro de 24 horas, en realidad alguna menos. Mi visión cambiará exactamente cuando cruce la meta de Segovia en el segundo de los dos pasos programados. Allí mismo, espero ver el vaso lleno del todo, aunque hasta entonces prefiero no pronunciarme, no vaya a ser que se me rompa el vaso y la liemos.
Escribo esto en jueves y no es ningún secreto que mañana será viernes. Hasta el domingo no terminamos, es decir que nos quedan tres días. Pero en mi cabeza estas matemáticas no funcionan, parece funcionar en un universo paralelo: tres, pero la última no cuenta, o sea que son dos; pero la cronoescalada tampoco, o sea que una. Y mira por donde, que no me siento solo en este universo, pues de los ciento treinta y pocos que quedamos por aquí, seguro que no soy el único que piensa de esta forma.
Si has sobrevivido a las 18 anteriores, seguro que a ésta también puedes
Un día, mañana, o sea hoy. Un día duro, corto y complicado. Complicado para ganar o complicado para sobrevivir. La mejor esperanza en estos casos es recurrir al pasado reciente para animarte: si has sobrevivido a las 18 anteriores, seguro que a ésta también puedes sobrevivir. La solución en breve.
Por lo demás lo mejor del día de hoy ha sido el nombre del ganador: Imanol Erviti. Una grata sorpresa, aunque no mentiría si dijese que hubiese preferido escuchar otro nombre por el pinganillo, el del que ahora descansa en la cama de aquí al lado, Juan Antonio Flecha.
Cuando se ha formado la escapada buena me han venido varias cosas a la cabeza. Primero, que Bettini pagaría la exhibición: fue el último en entrar en ese grupo, atacando en solitario en una subida sostenida y recortando una ventaja de 22 segundos al grupo de 17 que ya se había formado. Un show del que nadie perdió detalle, pero de los que se pagan. Segundo, que a ver si era el día de Flecha ya de una vez: a la mañana había descubierto una cagada de perro adosada a la suela de su zapatilla; la llevaba ahí desde el día anterior, que era casualmente el día de su cumpleaños; a ver si va a ser hoy mi día de suerte, se dijo él mismo para animarse y yo asentí, ¿por qué no? Y tercero, que Valverde se había quedado sin guardaespaldas, porque tanto JV como Erviti se habían marchado por delante. Porque ver a Valverde en el pelotón lejos de uno de estos es una estampa extraña, algo que puede pasar pero nunca pasa, como verme a mí ganando en El Angliru, por ejemplo.
Así que cuando me enteré de que había ganado Erviti me dio un subidón de alegría. Sorpresa para todos, aunque aún más para él mismo, que en su humildad ni siquiera se imaginaba ser capaz de conseguirlo. Ayer ganó un currela, uno de esos que trabajan la tierra de los otros; pero que por un día, pudo gozar la tierra como si fuese propia. Enhorabuena Imanol.
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