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Crónica:COPA DE LA UEFA | Primera jornada
Crónica
Texto informativo con interpretación

Dos caras y una victoria pírrica

Un año y cinco meses hacía que el Sevilla no se reencontraba con su tan estimada UEFA, desde que se proclamó campeón del trofeo el 16 de mayo de 2007. Y el reencuentro dejó por igual luces y sombras. El equipo de Nervión fue las dos caras de la misma moneda. La de los primeros 45 minutos, en los que mimó el balón, le dio salida con rapidez, ensanchó el campo y doblegó a un Salzburgo que se dedicó a verlas venir. Pero en el segundo tiempo se reinterpretó de la peor manera posible. Se convirtió en un equipo burdo, se contagió de la parsimonia de los austriacos y sucumbió al efecto envenenado que puede tener la victoria en casa. Si el Sevilla repite la imagen de la segunda parte, dos goles son un colchón poco mullido para viajar a Austria, más aún cuando el Salzburgo ha convertido su estadio en un fortín invencible en su liga.

SEVILLA 2 - SALZBURGO 0

Sevilla: Palop; Konko, Squillaci, Prieto, Fernando Navarro; Navas, Romaric, Maresca (Kanouté, m. 46) Fazio, Capel (Adriano, m. 59); y Luis Fabiano (Chevantón, m. 62).

Salzburgo: Ochs, Bodnar, Dudic, Opdam, Sekagya; Aufhauser (Janocko, m. 75), Novac, Leitgeb, Tchoyi (Mahop, m. 46), Nelisse; y Zikler.

Goles: 1-0. M. 6. Jugada de Navas por la banda derecha que remata Capel. 2-0. M. 92. Adriano.

Árbitro: Robert Styles (Inglaterra). Amonestó a Adriano del Sevilla y a Aufhauser y Bodnar del Salzburgo.

Alrededor de 40.000 espectadores en estadio Sánchez Pizjuán de Sevilla.

Sonó el silbato inicial y el Sevilla se plantó en el campo con un equipo más defensivo, intentando enderezar el entuerto y rellenar las lagunas que venía sufriendo en la zaga en los partidos de Liga. Jiménez acertó en las teclas, y la defensa funcionó. O como mínimo, ofreció la solidez suficiente para que los medios tomaran el control del partido. Romaric, Maresca y Fazio se hicieron dueños y señores de la banda ancha.

También les ayudó que el equipo austriaco cedió sin contemplaciones el centro del campo. Se plantó en el terreno de juego con la bandera blanca, dispuesto a no librar batalla allí donde se mueven los partidos, en el círculo central. Más que con un balón, los de Adriaanse parecían jugar con una bomba de relojería en sus pies.

El Sevilla aprovechó la desidia de los austriacos para ensanchar el campo y abrir a las bandas. Y ahí, en la derecha, se encontró el cuero con Navas, el único que llevó peligro al área de Ochs, al que la lluvia que había caído le sentó mejor que a sus compañeros. Cada vez que se acercaba, Dudic, el lateral izquierdo del Salzburgo, sufría de lo lindo. Y en una de estas, tal roto le hizo al defensor austriaco, que el sevillista vio el hueco por donde coló un centro, para que Capel lo empujara al fondo de la red.

El Sevilla volvió irreconocible de los vestuarios. El equipo abandonó el ritmo de juego que tan bien le había funcionado en la primera mitad. Jiménez renovó la línea ofensiva, dando entrada a Kanouté, Adriano y Chevantón, para insuflar aire fresco. Pero sus jugadores necesitaban algo más que una simple inyección de oxígeno. El Salzburgo se dio cuenta, y apretó a Palop. Mahop, que sustituyó a Tchoyi, volvió loco a la defensa hispalense, que se había mostrado efectiva anteriormente. A punto estuvo de llevarse un disgusto la afición sevillista cuando Nelisse se revolvió en el área pequeña. Pasó el susto, pero no la sensación de desgana en el cuadro de Jiménez, silbado en algunos compases de la segunda parte. Pero uno nunca sabe lo que puede pasar.

Así, al borde del final, Chevantón llevó un contragolpe que transformó Adriano. Los pitos de antes se volvieron palmas. Pero el Sevilla se marchó con una victoria que disfraza muchos temores.

Adriano celebra el segundo gol del Sevilla.
Adriano celebra el segundo gol del Sevilla.ASSOCIATED PRESS

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