El Villarreal salva la cara en Old Trafford
El cuadro de Pellegrini logra un meritorio empate ante un Manchester lanzado por Ronaldo
El Villarreal salvó la cara en Old Trafford, que no es poco, tratándose del campeón de Europa, en el día que celebraba el regreso de su gran héroe, Cristiano Ronaldo, recibido como el redentor. Todavía le falta a Ronaldo después de varios meses de lesión, aunque su presencia en el último tramo galvanizó al United, que apretó muchísimo. Para tamaña empresa, Pellegrini sorprendió al mundo con una propuesta de genios o de locos: prescindir de Senna y Cazorla, recurriendo a este último en la segunda parte. Ésa fue la mejor versión del conjunto amarillo, que sufrió tanto como en el primer periodo, pero al menos recuperó sus señas de identidad. El Villareal amenazó por primera vez a Van der Sar en una combinación fantástica que repelió el palo y preservó hasta el final la brillantez tanto de sus centrales como de su portero, Diego López. El empate tiene un mérito enorme. Así lo dicen las estadísticas: el Manchester no había cedido ni un solo punto en su estadio desde hace casi tres años, noviembre de 2005, precisamente cuando se midió al Villarreal. El resto fueron 12 victorias consecutivas en la Champions.
MANCHESTER UNITED 0 - VILLARREAL 0
Manchester United: Van der Sar; Neville, Ferdinand, Evans, Evra; Park (Cristiano Ronaldo, m. 62), Hargreaves (Anderson, m. 62), Fletcher, Nani; Rooney y Tévez (Giggs, m. 81). No utilizados: Foster; Brown, Vidic y O'Shea.
Villarreal: Diego López; Ángel, Gonzalo Rodríguez, Godín, Capdevila; Cani (Cazorla, m. 46), Edmilson, Eguren, Pirès (Ibagaza, m. 68); Matías Fernández y Guille Franco (Llorente, m. 77). No utilizados: Viera; Javi Venta, Fuentes y Senna.
Árbitro: Wolfgang Stark (Alemania). Amonestó a Guille Franco, Tévez, Ibagaza y Diego López.
74.944 espectadores en el estadio de Old Trafford.
El remate de espuela de Guille Franco, con Van der Sar ya batido, golpeó en el palo
El campeón de Europa aumentó sus niveles de adrenalina cuando compareció Cristiano
Se equivocó Pellegrini. Su sorprendente y arriesgada apuesta -alinear hasta cuatro suplentes habituales en el Teatro de los Sueños- se saldó en el descanso con un buen resultado y un mal juego. El Villarreal corrió como nunca, pero también peor que nunca, siempre detrás de la pelota. Se cansó de tapar agujeros. Jugó contra natura. Cargó el juego largo sobre Guille Franco, que luchaba contra gigantes. Sólo Pirès acudió a ayudarlo mientras Mati Fernández se enmarañó en un individualismo sin sentido. Naufragó Edmilson en el puesto de Senna y lo mismo le sucedió a Cani en la posición de Cazorla. Hoy en día, los internacionales españoles son insustituibles. Están demasiado en forma como para permitirse el lujo de prescindir de ellos. Y menos frente al campeón de Europa.
Le salvaron sus excelentes centrales, Gonzalo y Godín, rapidísimos, contundentes, siempre atentos. Pararon la avalancha de un Manchester notable. Puro dinamismo e intercambio de posiciones. Tanto Rooney como Tévez bajaban a recibir a la línea de tres cuartos y, desde allí, fueron dificilísimos de parar. La banda izquierda fue un puñal, con Evra y, sobre todo, Nani, que hicieron sufrir a Cani y a Ángel. Hasta el veteranísimo Gary Neville se animó a subir la banda derecha.
Pellegrini salió a la media hora del banquillo. Muy enfadado. Le pidió a Guille Franco que les comunicara a los demás que tocaran más y corrieran menos. En realidad, al técnico chileno le estaba exasperando su compatriota Mati Fernández, que conducía demasiado la pelota y frenaba toda posibilidad de fluidez. Firmó un partido desastroso.
Antes de terminar la primera parte, ya estaba calentado Cazorla. Entró tras el descanso. El castigado fue Cani. La alegría de Cazorla se contagió de inmediato al resto del equipo. La velocidad de su cuerpo y de su mente se transmitió como un relámpago. El Villarreal recuperó el toque y fabricó una triangulación fabulosa que, de haber entrado, habría sido enmarcada en la historia de la Champions. Pero el remate de espuela de Guille Franco al centro de Ángel golpeó en el palo, con Van der Sar ya batido.
Ronaldo fue recibido con una ovación cuando se dispuso a calentar. Otra singularidad del fútbol inglés. En España, un jugador que se hubiese pasado el verano tratando de dejar un equipo y, además, anunciándolo a los cuatro vientos, sería corrido a gorrazos. Aquí no. En Inglaterra entienden que forma parte del juego. Y lo reciben como al salvador que paliará este arranque tibio de temporada.
Old Trafford se sintió invencible cuando vio a Ronaldo. El cuadro de Ferguson aumentó sus niveles de adrenalina. Claro que este Villarreal era otro y también era capaz de asustar al United. El equipo español retomó la fluidez perdida y Pellegrini redobló la apuesta con Ibagaza. Diego López se desprendió de los nervios del principio y actuó con solvencia. Y con la ayuda, por supuesto, de sus centrales. Llegó Gonzalo veloz para sacar un balón bajo palos. Gonzalo, precisamente, héroe en noviembre de 2005, héroe ayer, cerró las puertas del Villarreal. Y aguó el regreso de Ronaldo.
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