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La policía detuvo a 25.000 personas en 19 meses por traficar con inmigrantes

Explotación sexual, estafas y falsificaciones, delitos más comunes de las mafias

El entramado de mafias que se benefician de la inmigración irregular tiene dimensiones colosales. Así se desprende, al menos, del balance realizado por quienes luchan contra ellas. En sólo 19 meses, desde el 1 de enero de 2007 hasta el 31 de julio de este año, las fuerzas de seguridad detuvieron a 24.989 personas. Esa cantidad es similar al número de habitantes de la localidad onubense de Lepe y supone una media de 45 detenciones diarias. No están incluidos los inmigrantes sorprendidos en situación irregular.

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El pasado viernes, cuatro individuos fueron detenidos en Bilbao bajo la acusación de haber estafado a más de cien inmigrantes. El Cuerpo Nacional de Policía suministra cada semana varias noticias similares a ésa. Sin embargo, casi ninguna aparece reflejada en los medios de comunicación. Ni siquiera cuando, como en el caso del viernes pasado, la presunta estafa supera los 120.000 euros y entre los cazados figura una abogada que en mayo ya había sido condenada e inhabilitada para el ejercicio de su profesión por otro delito similar. Ha sido la abundancia de este tipo de informaciones lo que, paradójicamente, las ha condenado a la papelera.

Pero la lucha contra la inmigración ilegal no se limita a los estafadores. Incluye a los traficantes de personas, a los empresarios que contratan a sin papeles en condiciones de esclavitud, a los que explotan a extranjeras en prostíbulos y a los que elaboran documentación falsa para todos los anteriores. Con frecuencia, la caída de una de estas redes lleva a desarticular otras.

El grupo detenido el viernes convencía a los inmigrantes de que, a cambio de entre 1.200 y 1.500 euros, les conseguiría sendos permisos de residencia y de trabajo con los que podrían traer a España a sus familiares. Y cobraban por adelantado, a sabiendas de que la Administración denegaría las solicitudes.

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También cobraban por adelantado (3.000 euros) cuatro individuos que se dedicaban a introducir a ciudadanos paraguayos en el país a través del aeropuerto de Barajas y que fueron detenidos en julio. Los inmigrantes aterrizaban con todos los requisitos exigidos en la frontera: pasaporte, billete de ida y vuelta, reserva de hotel y una cantidad de dinero suficiente. Previamente, los delincuentes les habían indicado el número del puesto de control en el que debían presentarse. Si lo superaban sin problemas, creían que había sido gracias a que el agente de servicio había sido sobornado. Si no lo lograban y eran devueltos a su país, los delincuentes les recriminaban por haberse equivocado de fila. Entre los detenidos, un policía jubilado.

Una de las últimas operaciones contra las organizaciones dedicadas a la falsificación de documentos se desarrolló en Madrid y A Coruña en junio. Fueron detenidos 16 brasileños, organizados en células especializadas según el tipo de falsificación. Sus clientes eran extranjeros en situación irregular, a los que cobraban entre 200 y 3.000 euros. En el registro de sus domicilios, los agentes hallaron decenas de pasaportes, tarjetas de extranjeros, cartas de identidad, permisos de conducir...

Los protagonistas de estos episodios son miles. Tantos, que en poco más de año y medio pueden llenar una ciudad como Lepe. Pero sus historias, al contrario de las que cuentan en esa localidad, no tienen pizca de gracia.

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