"Esas dos caras no se me olvidan"
Encuentro de los familiares de las 15 mujeres halladas en la fosa de Grazalema
La mente de Andrés Navarro Alcázar remueve constantemente los recuerdos de su madre Catalina. Ella había estudiado Literatura, trabajaba en un negocio familiar de imprenta y libros. No tenía afiliación política. Pero a finales del verano de 1936 llamaron a su puerta. "Hay veces que no me acuerdo de lo que hice hace cinco minutos pero las caras de esos dos hombres no se me olvidan", rememora. "Vinieron preguntando por mi abuelo, que era de izquierdas, pero ella les contestó que había huido. Entonces se la llevaron".
El relato de Andrés Navarro es compartido por otra quincena de familiares de las 15 mujeres asesinadas en Grazalema, cuya fosa común acaba de abrirse. El Ayuntamiento de esta localidad gaditana y la Diputación les reunieron ayer en el pueblo donde las mataron. Conocieron de primera mano las investigaciones realizadas durante los dos últimos años y rompieron con energía y ganas el silencio que algunos habían mantenido durante mucho tiempo. Demasiado. El encuentro con los parientes ha sido posible tras publicar la lista con los nombres y apellidos de las mujeres, lo que ha favorecido el intercambio de contactos.
Andrés Navarro tiene ahora 80 años. Vive en Estación de Cártama, en Málaga. Con ocho años vio a aquellos dos hombres llevarse a su madre para siempre. Le contaron que fue fusilada y que su cuerpo descansaba con otras víctimas de la Guerra Civil. Hasta que supo de la fosa de las mujeres de Grazalema. En el listado aparecía el nombre de su madre, Catalina Alcaraz. Los investigadores que han estudiado esta fosa han descrito el terrible castigo que recibieron estas mujeres, ninguna con vinculación política directa. Se las llevaron, a la mayoría, porque sus maridos, sus padres, sus novios o sus hijos, con pasado republicano o afiliación política de izquierdas, habían escapado.
La reunión volvió a enfrentarles a los recuerdos. Alguno alzó la voz en contra del encuentro y protestar contra los que remueven el pasado. La mayoría, en cambio, agradeció el esfuerzo. "Mi madre no es ninguna desaparecida. Fue asesinada y ahora se puede decir oficialmente", apuntó Andrés.
Después vino la parte más dura. Los forenses no han descubierto bala alguna en la fosa. Las autopsias han revelado las peores torturas. Las 15 mujeres fueron paseadas en un camión durante diez kilómetros hasta que en una curva en la carretera que va hacia Ronda se detuvo y fueron llevadas a pie hasta un antiguo horno de leña, donde fueron arrojadas.
Para Andrés Navarro esta investigación le ha permitido conocer cómo murió su madre, desmentir sus creencias y poder, algún día, darle sepultura definitiva. Para los responsables de la recuperación de la memoria histórica, el testimonio de los familiares es fundamental. Ya saben los 15 nombres y apellidos de las mujeres. Los avances científicos les permitirán identificarlos y saber las circunstancias de estas muertes. Ahora los parientes tienen el papel de completar los espacios vacíos de 15 relatos.
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