"Hay que educar de forma más personalizada"

Ernesto Schiefelbein cuenta con una de las trayectorias investigadoras y de gestión más sólidas en el campo de la educación en América Latina y Estados Unidos. Su experiencia no es sólo académica, sino que la adquirido en la gestión política y en el asesoramiento a numerosas organizaciones y entidades de todo el mundo. La necesidad de personalizar la educación es el mensaje de este profesional, que impartió recientemente una charla sobre los procesos de mejora y calidad en los centros educativos en la Universidad de Deusto.

Pregunta. ¿Cuáles son los retos en innovación educativa?

Respuesta. Una de las cosas que menos cambia a lo largo de los años es la educación. Un médico de hace 50 años no sería capaz de operar con las nuevas tecnologías, pero un buen maestro de entonces puede seguir siendo maravilloso. Nos tenemos que preguntar porqué ocurre eso. Hay profesores que son buenos toda la vida, pero la mayoría sigue limitándose a hablar y a que los alumnos tomen apuntes. Lo único que distingue a las conferencias de hoy de las de hace un siglo es que se utiliza un micrófono.

"Por encima de la mera instrucción hay que aprender a convivir"

P. ¿Hacia qué sistemas pedagógicos hay que avanzar?

R. Lo fundamental es cuestionar la idea de que el profesor transmite [los conocimientos] directamente. Uno manda un mensaje, pero cada persona lo recibe, lo procesa, lo relaciona con sus conocimientos previos y hace su propia síntesis. Cada cuál recibe un contenido completamente distinto y lo asimila a velocidades distintas. El profesor se dirige al alumno promedio: excluye así a los que están por debajo y no satisface a los que destacan. No hay otra manera de educar que a través de un sistema más personalizado. Exponer con presentaciones de Powerpoint es un buen sistema, porque el cerebro tiene más capacidad de comprender el conocimiento escrito. Hay que buscar materiales que permitan interactuar.

P. ¿Considera que conviene segregar a los alumnos por niveles?

R. No es bueno segregar, pero sí dar la posibilidad para que quienes tengan la capacidad puedan aprender un poquito más y el resto de sus compañeros disponga de más tiempo. Sin embargo, hay estudios que muestran que el 20% de la clase se beneficia de las preguntas que unos pocos plantean, por lo que se da una interacción interesante.

P. ¿Y qué opina sobre la segregación por sexos?

R. Es cierto que separados por sexos aprenden más, porque las fases de desarrollo son distintas. Pero por encima de la mera instrucción hay que contemplar el objetivo de aprender a convivir con todas las personas.

P. En España ha levantado gra polémica los malos resultados de los escolares en el apartado de lectura que recoge el informe europeo PISA.

R. En un mundo que se sigue comunicando básicamente por escrito, una persona que no domina la comprensión en la lectura no puede desenvolverse adecuadamente. Leer es una competencia tan básica que quien no la domina con fluidez no podrá manejar el resto de competencias ni aprender conocimientos, ya sea historia o matemáticas.

P. La selectividad española, un trámite que aprueba más del 90%, también está siendo cuestionada. ¿Qué tipo de sistema recomienda para acceder a la universidad?

R. Lo fundamental es acreditar el ingreso a la universidad con un muy buen nivel de lectura y capacidad de crítica. Los ejercicios que plantea el Estudio Internacional de Competencia en Lectura de la OCDE -por ejemplo, qué autobús tomar de entre varias líneas para estar en un sitio a una hora determinada- obligan a leer, seleccionar la información, procesarla y llegar a una conclusión. Quien los aprueba va a tener poca dificultad para tener éxito en la universidad. Limitarse a recordar fechas no sirve de nada.

P. ¿Qué le parece la creación del Espacio Europeo de Educación Superior?

R. Construir esa equivalencia en los estudios [de los distintos países] supone un avance. El costo de esa decisión es renunciar a la riqueza de la diferencia, que al uniformizar se pierde. Lo útil es poder tener referencias distintas a las que mirar. El modelo estadounidense es muy eficiente y dinámico, el alemán es de los más fascinantes...

P. En su opinión, ¿cómo se puede educar en valores?

R. Los valores cívicos no se transmiten, sino que se modelan. La decisiones (como fumar, por ejemplo) no se toman por no conocer sus consecuencias, sino que influye lo que transmiten las personas que admiras. Una cosa es instruir y transmitir conocimiento. Educar supone dar un paso más, y los métodos tradicionales no funcionan para ello; un profesor clásico no influye en sus valores. Hay que desarrollar proyectos, fomentar la participación y la interacción, crear ejercicios que impliquen al hemisferio emocional del cerebro y que nos hagan analizar el fondo de porqué hacemos las cosas.