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Cónclave socialista

Un escenario como para un concierto de U2

La organización del encuentro ocupa a unas 300 personas

Jesús Sérvulo González

"Esto no es como un concierto de U2", se esfuerza en explicar una de las organizadoras del XI Congreso regional del PSM, que comienza hoy en el palacio de Exposiciones en La Castellana. Y no, no es un megaconcierto, pero la organización del cónclave socialista lo parece. El palacio de la Castellana, coronado por un mosaico de Miró, tiene las entrañas plastificadas.

El suelo está cubierto por alfombras de diferentes tonalidades de rojo recubiertas aún por celofán transparente para que no se deterioren. Decenas de operarios trabajan a destajo para maquillar al centro de convenciones para la fiesta socialista.

Han llenado el recinto de paneles con el lema "Otro color, otro Madrid"
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Han levantado paneles con el lema del Congreso por todo el interior del auditorio: "Otro color, otro Madrid". "Estos paneles van sujetos a una estructura de aluminio. Y no se ponen en cualquier lugar", explica Valentín Moreno, otro de los organizadores. "Éste", dice señalando uno junto a la entrada del recinto, "oculta las escaleras. Y aquel, la barandilla de madera que está algo vieja. "Hay que aprovechar el espacio al máximo. Ocultar los defectos del recinto y potenciar nuestra imagen", dice Maru Menéndez, portavoz del PSOE en la Asamblea y una de las organizadoras que vive desde el lunes en el número 99 del paseo de La Castellana. "Aquí habrá que poner unos sillones", apremia a uno de los trabajadores.

"El escenario es el punto central del circo", explica Luismi, que viene a ser el general de toda la tropa de operarios. Mientras sujeta sus gafas de pasta por una patilla controla cada detalle del montaje desde una mesa improvisada con un tablero y dos caballetes. "Hay que comprobar el tiro de cámara, medir cada plano, ajustar la iluminación, el sonido". Mientras habla, parece repasar mentalmente el estado de cada uno de las tareas pendientes. Detrás, varios trabajadores elevan la columna de focos y altavoces que iluminará la escena más importante: cuando el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, levante las manos del nuevo secretario general del PSM. Pero para llegar a este punto unos 250 operarios trabajan desde el pasado lunes. Y como bien dice Luismi, el punto neurálgico de todo es el escenario. Que ahora mismo está como de luto. Grandes cortinas negras cuelgan de las paredes laterales y una moqueta negra cubre las tablas. "Es la caja negra", desliza Luismi. "Para que no haya brillo y haga de marco para la televisión", sostiene, con la despreocupación de quien lo ha montado muchas veces, Manolo, el encargado del escenario. Luismi, menudo y de nerviosos ojos azules, continúa repasando el "gran puzle". Una gran pantalla dividirá los espacios en el escenario. Enfrente, 950 butacas, para 880 delegados socialistas que acudirán a la cita. Además, han sido invitados unas 1.000 personas, entre miembros del Gobierno, sindicatos, alcaldes y cargos del PSOE y asociaciones y fundaciones próximas al partido. ¿Cómo se ubicarán? "Pues los delegados por orden alfabético de Ajalvir a Zarzalejos", apunta Valentín, que ha organizado más de una decena de congresos de este tipo. "Del resto se encarga el departamento de Protocolo", añade. El miércoles por la tarde una montaña de carteras rojas con la documentación del congreso se apilaban bajo el hueco de la escalera. Unos plásticos las cubrían para protegerlas.

Al lado un grupo de operarios terminaba de montar la sala de prensa presidida por un atril como el que utiliza Zapatero en los mítines, con forma ovalada y unas asas. "Lo diseñamos nosotros. Lo vamos adaptando según las circunstancias", comenta orgulloso Luismi. Las mesas de prensa muestran la madera desnuda, sin lijar. "Estará preparado", se repite para sus adentros.

Maru Menéndez no suelta el móvil. Responde llamada tras llamada. "Las comisiones, como máximo a las 9.00", dice para urgir a alguno que se retrasa en la entrega de los documentos a debatir. Menéndez estima el coste del montaje en unos 100.000 euros. Pero la cifra se queda muy corta porque hay que añadir el alquiler del palacio y otros servicios como el diseño de la imagen. Valentín muestra un papel con un cronograma de tareas. "Vamos bien", dice. "¡Estará todo listo!", garantiza.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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