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Columna
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Comienzo de curso

Andoni Zubizarreta

Era el 31 de agosto de 1997 cuando, cumpliendo con mi rutina del día de partido, bajé a desayunar. Cereales, yogur, zumo, fruta y un periódico eran los elementos básicos de un desayuno que abría una jornada muy importante para mí. Comenzaba la Liga 97-98, que intuía podía ser mi última en activo y empezábamos con un Mallorca-Valencia en el viejo Luis Sitjar. Todo inicio de temporada es un momento de búsqueda de buenas vibraciones. Es la primera estación de algo que te va a ocupar los próximos 10 meses, por lo que deseas que comience de la mejor manera, que todo lo ensayado en la pretemporada salga de la mejor manera y, si el tiempo de preparación no ha sido bueno, te escudas en que éste es el momento de los puntos, la hora de la verdad.

Un vistazo rápido a la prensa me mostró el titular en letras grandes. Alguno, tal vez, ya lo haya deducido: la noche anterior moría Lady Di en accidente de coche. En un primer momento, no me creía lo que leía, ya se sabe que todo lo que rodea a estos personajes del papel couché hay que ponerlo en cuarentena, pero la noticia estaba comprobada y no había lugar a dudas. Me impactó, me pareció que comenzaba el día, ese día tan importante, con algo negativo, oscuro. Horas más tarde, los bermellones del Mallorca se encargaron de confirmar los peores presagios para endosarnos un 2-1, y nos hicimos un gol en propia meta en el minuto 86 que nos hacía comenzar la Liga en las posiciones bajas de la clasificación. Ahora que acudo a los campos en mi papel de espectador, me sigue pasando que busco los elementos que me lleven al optimismo, ésos que me transmitan buenas vibraciones, aunque me empieza a pasar que son tantos los equipos que deseo comiencen bien que se me empieza a poner imposible el hacer un pleno de buenas vibraciones. De hecho, el día que coincidan todos los astros para proporcionarme una jornada perfecta será el momento de bajar la persiana, ya que, a partir de ese día, la cosa sólo puede ir a peor.

Por lo que oía el domingo en las gradas de San Mamés, quien más quien menos acudía a este comienzo de curso con unas sensaciones similares, acrecentadas en los seguidores del Athletic, ya que, en un caso creo que único en esta pretemporada, tras ser el equipo que más partidos había jugado en el periodo de preparación, todavía no se había estrenado en su feudo de San Mamés, ni siquiera para acudir a su cita tradicional con el partido de homenaje al socio. Había ganas de ver en la Catedral a este proyecto 2008-09, igual que en cada estadio existía el interés de ver qué pinta tenía esta Liga después del éxito de la Eurocopa.

Y la jornada nos ha dejado a los de San Mamés con una dolorosa derrota con muchos interrogantes abiertos, no todos ellos con respuesta en el terreno de juego; a nuestro filial madrileño completando una semana maravillosa, de ésas que llevan a pensar que ya podría acabar la Liga en estos siete días; a los dos grandes consolándose en sus mutuas derrotas pensando que mal de muchos... Todos ellos, pendientes de una semana en la que nada más empezar el curso nos dan una semana sin clase, con muchas preguntas algunos, con muy buenas vibraciones otros, tan buenas que querrían que esto no parase ahora que le hemos cogido el truco al asunto.

Que, al fin y al cabo, como diría Johan: "Todo es mental".

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