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Crítica:cine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ferocidad testamentaria

Figura clave del filogodardiano Nuevo Grupo de Múnich y autor de cerca de una treintena de películas -de las que, si no se equivoca este crítico, sólo dos habían tenido estreno en nuestro país, Detectives (1969) y El filósofo (1988)-, Rudolf Thome se acerca a la fase terminal de la tormentosa relación entre dos artistas plásticos: él, Marquard von Polheim (Guntram Brattia), acaba de recibir la consagración oficial tras recibir el premio Paul Gauguin, que llega demasiado tarde, cuando la imprudente ingesta de alcohol intenta, a duras penas, anestesiar la terrible constatación de la sequía del talento; ella, Maria Döbereiner (Hannelore Elsner), sobrevive entre los restos de su naufragio sentimental facturando ese modelo de obras que el mercado acepta con inercia. Durante los primeros minutos de Lo visible y lo invisible, el espectador tiene la sospecha de que Thome le ha invitado a ese tipo de ceremonias autodestructivas que, inmediatamente, disparan un razonable piloto de alarma. Pero no: Lo visible y lo invisible es algo más complicado, su desarrollo pulveriza expectativas y su ejecución demuestra que el veterano Thome no es precisamente músico de una sola nota.

LO VISIBLE Y LO INVISIBLE

Dirección: Rudolf Thome.

Intérpretes: Hannelore Elsner, Guntram Brattia, Anna Kubin, Hansa Czypionka.

Género: drama. Alemania, 2007.

Duración: 118 minutos.

El cineasta concibió Lo visible y lo invisible como su última película. Finalmente, no lo ha sido, pero esa naturaleza de discurso testamentario es la piel de esta pieza capaz de hablar de demasiadas cosas a la vez sin forzar en ningún momento su tensión emocional.

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