Encierros, capeas y otras tradiciones
Una de las principales razones -si no la principal- que aducen los defensores de mantener encierros, capeas, novilladas, corridas y demás machotadas locales, es el respeto a las tradiciones. Puesto que seguir unas sí y otras no va contra el derecho democrático y se tiende a practicar las que cada cual considere, agrúpense y formen peña los nostálgicos que añoren atar una ristra de latas vacías al rabo de los perros callejeros; degüellen pollos en comandita las pandillas de amigos la víspera de la fiesta mayor; recuperen los chavales de arrabal, si así lo quieren, las típicas costumbres de apedrear gatos en los callejones y subirse a los árboles para matar pájaros con tirador. Y, allá donde se lleve desde siempre, que sigan tirando cabras desde el campanario, decapitando gansos entre aplausos, desangrando cerdos vivos o exterminando toros a lanzadas... Como toda la vida.
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