Chamartín se tiñe de naranja
Con Van der Vaart, Schuster subraya su apuesta por los jugadores holandeses, que son "fiables, austeros y profesionales"
Ruud Van Nistelrooy se pierde con fechas y horarios. Cuando el equipo viaja, él siempre cree que es al día siguiente y no esa misma tarde. Royston Drenthe se presenta a veces en Valdebebas y resulta que los compañeros lo están esperando en al aeropuerto de Barajas. Y Arjen Robben aparece en ocasiones con el chándal y todos los demás llevan traje. "Son un poco despistados, sí, pero lo compensan con su gran profesionalidad", dice Manolo Ruiz, mano derecha de Schuster. A ellos tres y a Wesley Sneijder este año se ha unido otro holandés, Rafael Van der Vaart. El vestuario blanco empieza a teñirse de naranja. Nunca en Chamartín se habían visto tantos jugadores holandeses. El último que vistió la camiseta del Madrid fue Clarence Seedorf (1996-00). Antes que él, Johnny Metgod (1983-84).
Y no es una casualidad. El conjunto de Schuster, que el curso pasado ganó la Liga siendo el menos goleado (36) y el más goleador (84), repite la misma plantilla. Más por decisión de Calderón y Mijatovic que del propio entrenador, que a mediados de mayo entregó una lista con cuatro peticiones. Tres meses después, se encuentra con el fiasco de Cristiano Ronaldo, la salida de Baptista, una plantilla descompensada, la lesión de Sneijder y la incorporación a toda velocidad de Van der Vaart, otro holandés, cómo no, para sustituirle.
La marca orange nunca falla. La dirección deportiva del club ve en ella calidad, fiabilidad y seriedad en el trabajo. Esa mezcla fue la que llevó a Mijatovic, hace ya tres temporadas, a poner sus ojos en Van Nistelrooy y descartar a Drogba, pese a ser más joven que Ruud. "Sabíamos que nos garantizaría continuidad y que sería un hombre de vestuario", explicó en su día el director deportivo. Van Nistelrooy conquistó la Liga, el pichichi, el vestuario y al presidente. "No hay nadie que se cuide más que los holandeses. Viven bien, sin grandes tentaciones. Con ellos sabes que nunca tendrás problemas", afirmaba Calderón. Dicho y hecho. A los dos días de lesionarse Sneijder, Van der Vaart caminaba por los pasillos del Bernabéu. Otra pieza perfecta para el engranaje: hábil en el uno contra uno, en las jugadas a balón parado y con un muy buen golpeo del balón. "Es como Wesley, pero en zurdo", dicen sus compañeros. En realidad, el ex del Hamburgo es más un Guti que un Sneijder. Más acostumbrado a jugar de mediapunta, tendrá que retrasar su posición y escoltar a Guti hasta que Sneijder se recupere de la lesión de rodilla (le quedan algo más de dos meses de baja). "Le costará un poco porque no tiene la movilidad entre líneas y el sacrificio defensivo de Wesley: tiene iniciativa en todo y, cuando perdemos el balón, es el primero que presiona para recuperarlo", dicen los técnicos. Es decir, Van der Vaart es más fino y tiene más gol, pero Sneijder es más completo y fuerte, sobre todo en el tren inferior.
"Son gente de andar por casa", es la frase que más se escucha en el vestuario del Madrid cuando se habla de la colonia holandesa. Serios, austeros, discretos, a veces incluso pueden pasar inadvertidos. "Wesley se ha sorprendido tanto por la forma con que se le trata que a veces dice que se avergüenza", reconocen los que viven a diario con el centrocampista. "Hablan holandés entre ellos únicamente cuando están solos", remacha Ruiz, quien asegura que en el vestuario se integran enseguida porque no hacen grupo como los brasileños y los argentinos. ¿Y las costumbres españolas? Los viernes son los que más celebran el aperitivo en la ciudad deportiva. No tanto cuando ven que a las siete de la tarde no hay quien les sirva la cena.
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