La postal de Cristina Grande
Huesca. El Congosto siempre nos daba miedo. Por encima de los mojones de piedra buscábamos algún coche despeñado y sólo veíamos inmóviles pescadores de truchas junto a carteles que decían: "Es peligroso adentrarse en el cauce". Mi padre no se atrevía a parar, por más que mi madre insistiera en hacer una bonita fotografía o en encontrar algún ejemplar de petrocoptis pseudoviscosa. Según ella, esa discreta flor amarilla sólo crecía en las paredes verticales de ese tramo del río Ésera. Una vez mi padre paró el coche. Yo no lo recuerdo, pero luego vi una fotografía en la que mi madre posaba con expresión de triunfo junto al precipicio.
Cristina Grande es escritora.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.