Nadal y los 6.000 deportistas
El español defiende el 'número uno' tras una experiencia olímpica "increíble"
Después de ganar Roland Garros, Wimbledon y el oro olímpico en el mismo año, a Rafael Nadal no le hace falta llamar la atención. Todos los focos le apuntan y todos los micrófonos le aguardan. El español estrena a partir de hoy el número uno del mundo en el Abierto de Estados Unidos, donde debutará contra el alemán Bjorn Phau.
La llegada de Nadal a Nueva York, un día después de ganar el oro en los Juegos Olímpicos de Pekín, se vio rodeada de los atributos que celebran a los campeones. El pelo pincho de Don King, promotor de los más grandes combates de boxeo de la historia, alzó su brazo de púgil junto al de Roger Federer, el campeón destronado. La prensa le bautizó como El Machote. Apareció con el torso al desnudo en la portada del especial de moda de la revista New York. Y acudió entusiasmado a presenciar en Broadway el musical de El Fantasma de la Ópera, donde Erik busca a Daaé desde hace más de 20 años. Es la vuelta al mundo de los lujos del profesionalismo. El retorno a la realidad tras una semana disfrutando del sueño olímpico. Para Nadal, un choque entre sus ilusiones y sus deberes.
La convivencia con otros atletas en Pekín le alejó de la solitaria vida del tenista
"Será interesante ver cómo se maneja Rafa como primero del mundo", avisa Federer
"En mi estancia en Pekín", dijo el campeón olímpico; "me di cuenta de que en el tenis todo está muy profesionalizado y de que eso es una suerte. Cuando estás en los Juegos, sin embargo, desarrollas otro tipo de sentimientos. Ha sido una experiencia muy importante en mi vida", prosiguió. "Siempre quiero aprender cosas nuevas. En Pekín vi otros deportes y a otros deportistas. Estar en esa situación me provocó una sensación increíble... cuando iba a comer, en el desayuno, la comida o la cena, estaba con unas 6.000 personas, unos 6.000 deportistas de todo el mundo. Créanme: eso es increíble".
Nadal salió de la capital china convencido de haber vivido una experiencia única. Representar a España fue "una motivación especial y un placer" que le alejó de la solitaria vida del tenista. Sintiéndose un miembro más del equipo nacional, el mallorquín encontró el camino por el que pasar del hastío que le provoca el cargadísimo calendario de su deporte, a la emoción de luchar por el título olímpico. Nadal llegó a Pekín sintiéndose un hombre que desafiaba a las leyes del tiempo y de la naturaleza. Y se marchó seguido por una etiqueta única en su carrera: por primera vez en su trayectoria deportiva, Nadal arranca un torneo sobre pista rápida siendo el favorito. Es el peso del número uno.
"Rafa ha jugado estupendamente, así que se merece el puesto completamente", explicó Roger Federer, número dos, aunque suene extraño. "Es el favorito, incluso en pista dura, porque ha jugado fenomenalmente", añadió el suizo, que debutará en el torneo neoyorquino contra el argentino Máximo González. "Durante cinco años todo el mundo esperó que yo ganara cualquier torneo en el que participara. Ahora que ha cambiado el ránking, Rafa sentirá lo que yo debí sentir durante mucho tiempo. Será interesante ver cómo se desenvuelve con eso, aunque hasta ahora lo ha hecho genial. Ya juega bien en todas las superficies".
Los teóricos del esfuerzo advierten sobre los peligros del número uno. Hablan del exceso de presión y del mal de altura, traducido en el abandono de la táctica que llevó al campeón hasta la cima, sustituida por una técnica más vistosa y menos efectiva. Nadal, que tiene 22 años, cinco títulos grandes, un oro olímpico y más de una treintena de torneos ganados en la mochila, no ve peligro alguno. "Cuando quieres ganar, la meta y la presión siguen siendo las mismas que antes", razona antes de emprender el asalto de Nueva York, donde las estrellas juegan de noche y entre ruidos de música, conversaciones y comida. "Sé lo duro que es llegar a ser número uno del mundo. Y sé que, seguramente, puedo bajar hasta el número dos o el tres en los próximos meses. Debo estar preparado para cualquier cosa, así que intento disfrutar y aceptarlo todo. Ahora estoy en mi mejor momento".
Dos chicas, una plata y una sonrisa
De las seis tenistas españolas que pisarán desde hoy las pistas duras de Flushing Meadows, habrá dos con una sonrisa difícil de ocultar: Anabel Medina y Vivi Ruano. Las subcampeonas en Pekín acudirán a EE UU con la plata olímpica de dobles aún resplandeciendo sobre su pecho, y a buen seguro soñarán con repetir en Nueva York la corona lograda este año, en Francia, sobre el polvo de arcilla de Roland Garros. "Son el orgullo de los valencianos", afirmaba sobre ambas Rita Barbera, la alcaldesa de Valencia -Vivi es madrileña, pero entrenaba en Alzira-, aunque en la final fueran atropelladas por las hermanísimas Venus y Serena Williams.
Fue la segunda medalla para Vivi Ruano -atesora además 40 títulos de dobles, nueve del Grand Slam- tras la plata que logró con Conchita Martínez en Atenas 04. Y junto al oro de Nadal, ayuda a consolidar al tenis, con sus 11 metales, como gran potencia del olimpismo español a la estela de la vela (17) y del ciclismo (14).
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