Renta fija con premio
Los bonos privados ofrecen rentabilidades del 7% al 12%
Parece mentira pero no lo es. En el mercado de renta fija privada, que ha sufrido en los últimos meses un durísimo castigo no sólo por el aumento del coste de la financiación sino por las malas perspectivas económicas y sobre todo inflacionistas, se pueden encontrar rentabilidades del 7%, 8%, 10%, 12% e incluso más altas si se está dispuesto a jugársela, al menos de forma relativa.
Como cualquier otro activo financiero los bonos cotizan y, si baja su precio, que es lo que ha sucedido para muchos de ellos de forma drástica, su rentabilidad aumenta al ser fijo su cupón inicial, de ahí que existan títulos que ofrecen estos rendimientos a cambio de lo de siempre: asumir riesgo. Riesgo de impago por parte de las entidades que emitieron estos activos: las calificaciones que les otorgan las principales agencias de rating no llegan en casi ningún caso a la categoría A, o lo que es lo mismo, les faltan elementos de protección que, en caso de una situación económica adversa, les conduciría a una débil capacidad de pago o bien tienen una mínima protección de cobro de capital e intereses en cualquier entorno económico. Riesgo también de ver bajar aún más sus precios lo que, cuando existe necesidad de vender, origina pérdidas.
Los expertos aconsejan comprar títulos a entre tres y cinco años
A pesar de ello, se empiezan a oír voces entre los expertos que recomiendan, tal vez no en los más arriesgados, tomar posiciones moderadas en ellos siempre que sus plazos hasta el vencimiento oscilen como máximo entre los tres y los cinco años y se correspondan con empresas de alta calidad crediticia pero que en los últimos meses han sido tratadas, dada la actual situación de desconfianza financiera, como si estuvieran cercanas a la suspensión de pagos, lo que parece en principio exagerado. Es importante reconocer que hoy, tras la tormenta desatada por las hipotecas subprime, tan sólo quedan un puñado de empresas con la máxima calificación crediticia: AAA que, en principio, es garantía de solvencia absoluta; entre ellas Pfizer, Johnson&Johnson y General Electric.
La razón que esgrimen estos gestores es doble: por un lado, a su juicio, es posible que los actuales niveles de inflación no se mantengan a medio y largo plazo tan altos, básicamente porque la parte de ella que se deriva del mayor precio de las materias primas puede suavizarse como consecuencia de una menor actividad económica, lo que ayudaría a una moderación en los tipos de interés. Por otro, porque los diferenciales que mantienen estos títulos no sólo respecto a la deuda pública que les sirve de referencia sino respecto a sus niveles habituales deben tender a acortarse. Desde mediados de la década de los noventa se estaban pagando rentabilidades en torno al 6% o 7%. Y ello significa una revaloración en precio del activo que podría dar lugar a rendimientos incluso superiores a los dos dígitos.
Las voces que apuestan por la renta fija privada no son aún mayoría. La actual curva de tipos de interés está invertida; es decir, se paga más a corto plazo que a medio y largo. De ahí que una buena parte de expertos siga aconsejando los depósitos o bonos de relativa corta duración que ofrecen, sin mayores riesgos, rendimientos en torno al 5% o 5,5%. Cuando extienden su plazo, hasta tres años como máximo, recomiendan a los inversores comprar títulos de alta calificación crediticia y mantenerlos hasta su vencimiento con el objetivo de garantizarse ganancias que, en un buen número de casos, pueden superar el 6%.
A las entidades españolas siempre les queda la posibilidad de recurrir al Banco Central Europeo en busca de financiación. Sólo el pasado mes de julio le pidieron cerca de 50.000 millones de euros, un 169% más que en el mismo mes del año anterior, marcando así un nuevo máximo histórico. Y también la opción de tratar de captarla a través de los depósitos. Las ofertas son cada vez más numerosas y con tipos de interés más altos a plazos en la mayoría de los casos inferiores al año; pero, aún y todo, no parece suficiente.
Según las últimas cifras del Banco de España, las entidades financieras necesitan conseguir más de 62.000 millones de euros antes de que acabe el ejercicio y por encima de los 110.000 millones en el próximo año y medio. Así que, a partir de septiembre, es más que probable que se lancen a realizar nuevas emisiones de renta fija y, como el momento es delicado (nadie pone la mano en el fuego por ninguna entidad), simplemente tendrán que estar dispuestas a pagar más, a ser más rentables.
En las últimas oleadas de bonos (véase cuadro), los cupones se han colocado ya claramente por encima del 5%, muy cerca en muchos casos del 5,25%. Que ese nivel suba hasta el 5,5% y en plazos cortos no es una posibilidad que pueda descartarse. -
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