Rafael Bugallo 'El Mulo' ingresa en la prisión de A Lama
El narcotraficante fue detenido el miércoles junto a otras siete personas
La policía da por desarticulada la activa organización de narcotráfico que dirigía desde Cambados el histórico piloto de planeadoras, Rafael Bugallo Piñeiro, de 50 años, apodado El Mulo, que desde ayer se encuentra en la prisión de A Lama.
La recuperación de todo el alijo, cuatro toneladas, es otro objetivo de la policía
Ocho detenidos, entre ellos su novia de nacionalidad colombiana y dos de sus hijos, junto con 3.500 kilos de cocaína, es el balance provisional de una operación todavía abierta que centra ahora sus objetivos en la detención de los tres tripulantes de la lanzadera que vararon después de quemarla en la playa grovense de A Lanzada el pasado 15 de agosto. La recuperación de la totalidad del cargamento, estimado en cuatro toneladas y que la embarcación arrojó al verse descubierta por varios dispositivos de vigilancia es el otro objetivo de la policía.
Después de dos intensas jornadas de interrogatorios en la sede judicial de Cambados, era previsible anoche que también ingresara en prisión otro viejo conocido en los círculos del narcotráfico, Fernando Prado Rey, alias Chisco, de 38 años, familiar de Sito Miñanco, con antecedentes y pendiente de otro proceso en la Audiencia Nacional.
Entre los detenidos también figuran Nicolás Bugallo, hijo de El Mulo, de 26 años, y su hermana Noelia Bugallo, de 27, que presuntamente formaban parte del clan. Ambos tenían asignadas tareas de contravigilancia, al igual que la novia del Mulo, M.C.C., de 43 años, de origen colombiano y nacionalidad española, que también daba cobertura a la organización.
En el mismo operativo en el que participaron unidades de la Udyco y Greco de Galicia y del Servicio de Vigilancia Aduanera, fueron arrestados otros dos colombianos residentes en Vilagarcía, encargados de controlar la parte del cargamento asignado por el cartel que organizó el envío desde Sudamérica y que previsiblemente tenía Madrid como destino.
Un operativo mixto coordinado por el fiscal antidroga Marcelo Azcárraga venía, desde hace más de un año, pisándole los talones a El Mulo, un avezado y escurridizo traficante que ya había sido detenido en dos ocasiones y que se encontraba en libertad condicional tras su última detención en 2005, implicado en otro transporte de 2.000 kilos de cocaína. Bugallo contaba con una extensa organización para el transporte marítimo y también distribuía la cocaína que se llevaba de los colombianos como pago por alijar y desembarcar los cargamentos.
En los registros se intervino una lanzadera de similares características a la que ardió en A Lanzada, con 9 motores de gran potencia, una furgoneta con 80 bidones para transportar combustible, entre otros instrumentos de navegación. En Cambados, en un galpón situado a 30 metros del agua para facilitar la entrada y salida de lanchas, se hallaron otras garrafas de carburante, el carro de una enorme embarcación, grúas y un tractor. También se localizaron 25 teléfonos móviles, facturas, recibos y cartas náuticas en los domicilios de algunos detenidos.
El incidente de la planeadora incendiada en la playa de A Lanzada y la posterior recuperación del mar de casi dos toneladas de cocaína, dieron a la policía la prueba de que el desembarco de droga por parte de la organización se había frustrado. Iba a ser una descarga de manual: barco nodriza y luna llena, como centenares que se realizaron en la ría de Arousa por las históricas organizaciones de los años 90. Pero esta vez El Mulo y su banda no tuvieron suerte cuando en la madrugada del 15 de agosto la potente lanzadera (valorada en 300.000 euros), cargada de cocaína, fue avistada a la altura de la desembocadura del río Miño por un helicóptero de Aduanas. La lancha venía de recoger el cargamento que alijó a una nodriza, posicionada en un punto del Océano Atlántico. La policía y la Agencia Tributaria habían advertido de la presencia de este barco por lo que se montó un dispositivo de vigilancia para abortar una inminente descarga en la ría de Arousa.
Se cree que la lancha se deshizo del cargamento de droga nada más enfilar la costa. De hecho, a unas 20 millas de Ons, a la altura de Cabo Silleiro, se encontraron de madrugada los primeros fardos. A las 6.30 la embarcación fue de nuevo avistada pero ya cuando ardía en el arenal. La pérdida de este alijo para la organización supera los 100 millones de euros
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