"Llegué a los Juegos hecho un toro"
El tenista fue plata en Barcelona 1992 tras perder un partido maratoniano ante Rosset
Se había preparado como nunca antes lo había hecho. El 8 de agosto de 1992, justo 16 años antes de que Pekín inaugurara sus Juegos con una salva de fuegos artificiales, Jordi Arrese (Barcelona, 43 años) se subía al segundo peldaño del podio después de un partido agónico -duró más de cinco horas- ante el suizo Marc Rosset. Era el primer tenista español que lograba una medalla en el cuadro individual.
Pregunta. ¿Qué significó para usted ganar una plata olímpica?
Respuesta. Significó muchísimo. Me arriesgué e hice una pretemporada de cuatro meses y medio con Paco Seirul·lo [preparador físico del Barça]. Eran cuatro horas de trabajo físico y cuatro de tenis. Llegué a los Juegos hecho un toro. Estaba físicamente muy bien. Cuando arriesgas tanto y después ves los resultados, vale la pena.
P. Además, en su ciudad.
R. Fue todo un cúmulo de circunstancias. Los partidos eran a cinco sets, hacía calor y era mi ciudad. Yo no iba como favorito, pero confiaba en poder lograr una medalla.
P. Marc Rosset acabó llevándose el oro, pero usted se lo puso muy difícil. Remontó dos sets y forzó el quinto [6-7, 4-6, 6-3, 6-4 y 6-8]. ¿Pensó en algún momento que podía ganar?
R. Me veía con posibilidades. Antes de la final, ya había jugado un partido de cinco sets en la segunda ronda [ante el sueco Magnus Gustafsson].
P. La actuación de los españoles en Pekín ha estado por debajo de lo esperado.
R. Sí, pero el tenis español siempre ha sido una garantía de medalla desde Barcelona.
P. Como Vivi Ruano y Anabel Medina.
R. Lo de Vivi es espectacular y no se le da la importancia que merece.
P. Rafa Nadal ya está en la final. ¿De qué metal será su medalla?
R. Yo le veo ganador. El partido fastidiado era el de Djokovic, que ha estado jugando muy bien. En cuanto a González [el otro finalista], los chilenos se crecen mucho en estas competiciones, pero yo veo ganador a Nadal.
P. ¿Por fin un oro olímpico?
R. Creo que sí. No me puedo alegrar tanto por nadie como por él.
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