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Crítica:Días de diversión
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Luque apunta. Gallo defrauda

Joselito, figura del toreo en los noventa, era el ganadero oculto tras la denominación Toros de El Tajo y La Reina con la que bautizó para esta temporada a su vacada. Se cuenta en el taurineo que difícilmente un matador puede llegar a ser buen ganadero ya que, irremediablemente, fija sus criterios de selección según sus preferencias como torero.

Ese aserto quedó ratificado sólo parcialmente a la vista del encierro lidiado ayer, ya que si bien la corrida, insuficientemente presentada, ofreció posibilidades en su conjunto, los dos primeros ejemplares, encastaditos y exigentes, pidieron el carnet de matador.

El salmantino Eduardo Gallo cometió el error de citar con la muleta retrasada a su primero, incierto, pero boyante en su embestida, lo que continuamente le descubría, dejándole a merced del animal al que había que ganarle la partida en base de aplomo y poder.

Ángel Sánchez, El Tajo y La Reina / Hermoso de Mendoza, Gallo y Luque

Dos toros reglamentariamente despuntados, pero desmochados de Ángel Sánchez. Cuatro toros de El Tajo y La Reina, segundo, tercero y cuarto de lidia de los de a pie. Con interés en su conjunto.

Hermoso de Mendoza (traje campero con zahones y chaquetilla gris): dos pinchazos y rejón trasero, (aplausos); y dos pinchazos y rejón, (silencio).

Eduardo Gallo (de tabaco y oro): estocada tendida y caída (aplausos); bajonazo y estocada caída (silencio).

Daniel Luque (de verde manzana y oro): pinchazo hondo y gran estocada fulminante (oreja tras un aviso); y pinchazo, estocada y descabello (aplausos).

Plaza de toros de Illumbe. Tres cuartos de entrada.

Gallo se limitó a pegar pases y más pases olvidando que el toreo es emoción

Esta circunstancia condicionó enormemente la lidia, ya que como quiera que el burel no se sintió sometido y Gallo se afligía cada vez más, la faena no pasó de un trío de tandas, despegadas y sin ceñimiento, donde se pudo advertir que había más toro que torero.

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Su segundo oponente, que se pegó dos topetazos por el empeño del peón de bajar demasiado las manos, fue toro de nobleza exquisita que concedía enormes posibilidades a poco que se quisiera y se pudiera. Y como Gallo no está, y no se sabe si le podemos esperar, se limitó a pegar pases y más pases olvidando la máxima de que el toreo es emoción y que, sobre esa emoción se alcanza el triunfo. Al final, artificios de encimismo que terminaron aburriendo tanto al respetable como al acomodador del tendido cinco, y por si fuera poco, bajonazos de despedida.

El primero de Luque, crudo en varas, fue animal encastadito, de lidia complicada que nunca terminó de entregarse. La faena del sustituto de Cayetano, que cogió vuelo en su segunda mitad, se basó en un toreo de uno en uno, tirando del toro, con pasajes profundos por ambos pitones y los pies atornillados en la arena. Actuación que derrochó personalidad, ambición y frescura que tan bien sientan al negocio taurino. Tras pinchazo hondo se cobró una gran estocada que, tras fuerte petición, le hizo cobrar un merecido apéndice.

Verónicas de mano baja y galleó por chicuelinas mostraron la disposición de Luque de hacerse un hueco en las ferias del norte, tras su exitosa comparecencia en Azpeitia. Se cambio el tercio sin haber cobrado el segundo puyazo, en claro error presidencial. Detalle de torero ambiciososo y dispuesto el abrir faena por naturales, dando distancia al animal. Muletazos poderosos y de merito, aun sin embraguetarse, enjaretados a un animal que tomaba la muleta boyante.

Cuando todo anunciaba faena grande, el embrujo desaparece y el animal al que apenas se había picado y que había demostrado movilidad y buen comportamiento queda aplomado como un buey, y opta por no pasar. Esta transformación sorprende a Luque, ayuno de argumentos para resolver la papeleta.

El rejoneador estellés Pablo Hermoso de Mendoza realizó ante su primer oponente, que llegó aplomado al final de la lidia, una nueva exhibición de doma con Chenel y Curro. Mucho mejor presentado y mayor movilidad desarrollo el segundo, con el que, en los mismos parámetros, pero montando en este caso a Fusilero y Pirata, expuso más, llegando a toparle al inicio de la lidia. No estuvo acertado el navarro con los aceros en ninguna de las dos ocasiones, pinchando por partida doble y cobrándose dos insuficientes estocadas traseras. Pobre colofón a la participación de Hermoso en Illumbe donde ha adolecido de la frescura que le caracterizaba en otras épocas.

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