Velada con embrujo
Cuando el viento sopla con fuerza y amenaza tormenta, la iglesia de Torroella de Montgrí es el único refugio para salvar los conciertos programados en la plaza del pueblo ampurdanés. Anteayer, una inquietante tramontana aconsejó el súbito cambio de sede y el concierto de la Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza-Grupo Enigma -con la cantaora Carmen Linares, el barítono Alfredo García y el actor Joaquín Murillo de solistas- se celebró en la iglesia de Sant Genís, que impone no poca penitencia acústica en su nave. Sin embargo, nada de eso impidió el éxito de la velada.
El programa, bajo el título Hieratismo, pasión y misterio, reunía tres obras sobre las que planea la angustia de la muerte: el oratorio Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Maurice Ohana, basado en el poema de Lorca; El Amor Brujo, de Manuel de Falla, y el estreno absoluto de una obra por encargo del festival, Un vent transparent, del joven compositor catalán Ramon Humet. Programa sin concesiones, de los que no proporcionan un éxito fácil en taquilla, pero que reafirman la identidad de la cita.
Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza-Grupo Enigma
Carmen Linares, Alfredo García, Joaquín Murillo. Coro Amici Musicae. Obras de Falla, Ohana y Humet. Festival de Torroella de Montgrí. Iglesia de Torroella, 14 de agosto.
Quienes temen la música contemporánea deberían haber visto la entusiasta respuesta del público en el estreno de Un vent transparent. Conviene seguir la pista al emergente Humet, que sabe plasmar con carisma su pensamiento musical con fascinantes técnicas y recursos expresivos. Atraído por la filosofía y la música tradicional japonesa, despliega en su nueva pieza refinamiento tímbrico, atmósferas sutiles y encanto sonoro. Ante tal arsenal de imágenes sonoras y poéticas, la obra, de sólo 10 minutos de duración e impecable factura, se hizo corta.
Detrás de un gran estreno suele haber buenos músicos. Lo son Juan José Olives, director sólido, claro y riguroso, y los integrantes de la formación zaragozana, cada vez más notable en calidad y precisión. Junto a ellos, Carmen Linares emocionó en El Amor Brujo con su cante sereno y sabio.
En la inquietante y árida pieza de Ohana, de tenso dramatismo, actuaron con plena solvencia las voces femeninas del Coro Amici Musicae y dos excelentes solistas, el actor Joaquin Murillo, recitador impecable, atento a los matices, sin histrionismos, y Alfredo García, barítono de poderosos medios vocales -único solista que no precisó amplificación- que resolvió su exigente papel con gran instinto dramático.
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