¡A los leones!
La tradicional corrida del 15 de agosto en Sevilla tiene mal arreglo. Ha ido perdiendo prestigio y no parece que pueda recuperarlo. La ciudad está vacía; las figuras no aceptan el compromiso si no hay garantía de público, y el festejo ha quedado reducido a una oportunidad para toreros modestos antes reses baratas.
Pero una cosa es una oportunidad y otra una encerrona, como la que ayer vivieron los tres diestros. Si no es fácil triunfar en esta plaza si no se está tocado por la mano de Dios, mucho menos si en lugar de toros bravos te echan leones sin amaestrar que tiran bocados y buscan el bulto con malas artes.
Conocida es la fama de la ganadería del Conde: una de las de más mala condición de España; toros mansos, correosos, broncos, duros, deslucidos y casi imposibles para el triunfo. Como conocido es el error mayúsculo de la empresa sevillana en su extraño interés por repetir a este hierro. Conclusión: los toreros se jugaron la vida para nada.
De la Maza Pauloba, Pineda, Girón
Toros del Conde de la Maza, bien presentados, mansos, broncos y muy deslucidos.
Luis de Pauloba: silencio tras aviso y silencio. Fernández Pineda: silencio tras aviso, y ovación tras aviso. César Girón: vuelta.
Plaza de la Maestranza. 15 de agosto. Entrada: menos de media.
Con dos toros muy deslucidos se encontró Pauloba, torero fino y de mala fortuna, que se lució a la verónica y se gustó en algún muletazo robado. Muy firme se mostró Pineda en su lote, de la misma condición; trazó buenos derechazos a su primero y varios naturales en el quinto. Muy motivado se mostró Girón, que dio una vuelta tras una labor bullidora y torera en su primero. Al cierre de la edición aún no había salido el sexto. La nota tierna la protagonizó el diestro Morante de la Puebla, que acudió con su hijo, un bebé de un año.
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