Pop dulzón y gallinejas
Los Melocos hacen olvidar el casticismo por una día
La escena tiene algo de desolador. Sentados en la valla que separa el escenario del público en las Vistillas, Rocío, Arturo y Cristina (ninguno con más de 17 años) miran su móvil con cara de aburrimiento. Lo que tienen delante les trae al fresco. Varias personas de avanzada edad bailan y gozan un chotis, quizá el más elegante y egoísta baile español (eso de que él casi no se mueva y ella haga todo el trabajo es, cuando menos, curioso ¿no?). Lo que a ellos tres le interesa es el grupo de pop Melocos que ayer actúo en las Vistillas en las fiestas de la Virgen de la Paloma. "Creíamos que iba a haber mucha gente y hemos venido a coger sitio", dicen. Rocío, Arturo y Cristina llevan aquí sentados desde las ocho de la tarde. Demasiado pronto: sobre sus cabezas la agrupación castiza De Madrid al Cielo interpreta, con esmero pero en riguroso playback, el pasodoble Madrid tiene seis letras y la mazurca Llévame a la Paloma, Pepe. "Esto es una mierda", dice Arturo dejando constancia del choque generacional. "Gente bailando sola... oliendo a morcilla... muy cutre. A ver si salen ya los Melocos".
Varios ancianos bailan el chotis, quizá el más egoísta baile español
Justo en el momento que sobre el escenario Don Hilarión se debate entre una rubia o una morena (ya saben La Verbena de la Paloma) cuatro litros de cerveza entran en bandeja en el camerino de Melocos. Sobre la mesa varios bocadillos de chorizo, lomo y gallinejas. Los cinco chicos de Puerto de Santa María (Cádiz) están cansados. Hace algo más de un año publicaron su primer disco homónimo y ya llevan 40 conciertos este verano. Le esperan 50 más. 90 en total. Toda una proeza para un grupo que hasta hace poco dormía encajonado en la estrecha habitación del Colegio Mayor del batería cuando salía algún bolo en la capital. "En esta gira está habiendo de todo", explica en su camerino Javier Terrón, de 21 años, ex surfero, cantante y ligón oficial del grupo, con sus pantalones de amarillo chillón. "Desde conciertazos ante 15.000 personas hasta pueblos donde hemos tenido que salir corriendo". Y no por la música. Lo suyo es el pop-rock energético y con ecos de Tequila y Los Secretos. Lo demuestran cuando el escenario cambia de tercio.
A las 11.30 de la noche suben a las tablas y las primeras filas cambian de aspecto. Los del chotis se alejan y Rocío, Arturo y Cristina se rodean de jovencitos y jovencitas (sobe todo esto último) que bailan cada gesto. "Desprendemos mucha incredulidad", explicaba el grupo minutos antes del concierto que se alargó algo más de una hora y media. "No somos cinco niños tontos haciendo pop blando".
Ayer, a lo largo de la hora y media de concierto (en directo, nada de playback) demostraron que lo que hacen -pop dulzón, saludable, bailable y fresco- lo hacen bien. Saben mover a la gente y dibujarles la sonrisa en la cara. A Javier, el cantante, sólo le hace falta levantar una ceja para que las primeras filas griten histéricas. También sus padres y los de los componentes del grupo han dejado de insistir tanto para que terminen sus respectivas carreras. "Por ahora nos va bien. No nos podemos quejar. No nos hemos hecho millonarios pero algún caprichito musical (guitarras, amplis) nos hemos dado", dicen los cinco. "Ha merecido la pena la espera", dice Arturo que no para de bailar en las primeras filas. "Donde se ponga Melocos que se quite un chotis de estos". Habrá que esperar. Por Arturo y por Melocos, a los que ahora les toca la prueba del segundo disco. Hoy por lo pronto le toca el turno al rock castizo de Jaume Urrutia que estará a partir de las 23.00 en Las Vistillas. El hombre adecuado en el sitio adecuado.
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