Un Barça redondo
El equipo de Guardiola derrota con solvencia y dos goles de Eto'o al Wisla
Con un espantapájaros como adversario, el Barça aclaró sin titubeos su futuro en Europa. Repasó al pusilánime Wisla de Cracovia y se presentó en sociedad como un equipo de registros, de gusto exquisito por un fútbol de elaborada construcción y sensacional pegada. Así lo exige Guardiola, que transmite unas ideas tan sencillas a la comprensión como difíciles de ejecución. El técnico insta a que el conjunto se defina por la pelota, que circula con fluidez y sentido táctico, al tiempo que entiende el ejercicio defensivo como el primer paso para atacar. Arriba resuelve Eto'o. Ante el Wisla, equipo ramplón y desapegado al cuero sin ningún tipo de rubor, el Barça dio pinceladas de lo que pretende, pero le faltó claridad y solvencia en el aspecto defensivo.
BARCELONA 4 - WISLA CRACOVIA 0
Barcelona: Valdés; Alves (Piqué, m. 76), Márquez, Puyol, Abidal; Xavi, Keita, Iniesta; Pedro (Touré, m. 64), Eto'o y Henry (Hleb, m.83). No utilizados: Pinto, Cáceres, Gudjohnsen, Bojan y Sylvinho.
Wisla Cracovia: Pawelek; Baszczynski, Cleber, Díaz, Brozek; Lobodzinski, Cantoro, Sobolewski, Boguski (Niedzielan, m.67); Jirsak (Zienczuk, m.45) y P. Brozek. No utilizados: Juszczyk, Singlar, Malecki y Kowalski.
Goles: 1-0. M. 17. Márquez pasa en profundidad a Eto'o, que dispara cruzado. 2-0. M. 25. Xavi, desde fuera del área. 3-0. M. 50. Henry marca de vaselina. 4-0. M. 82. Eto'o.
Árbitro: Claudio Circhetta (Suiza). Mostró la cartulina amarilla a Cantoro.
56.157 espectadores en el Camp Nou.
Abrochado por definición, el Wisla se desentendió del área rival. Se contentó con cerrar los espacios, defender con los once jugadores en campo propio y lanzar balonazos largos a Brozek, que se buscó sin éxito las habichuelas entre los dos centrales azulgrana. Una táctica -fundamentada en un 4-4-1- que propició el regocijo del Barça, bien cómodo con el balón entre los pies. Con el propósito de superar las líneas escalonadamente, Guardiola obliga a jugar todas las pelotas. El origen es Márquez, que da un paso atrás para recibir el cuero y cederlo a Alves o al medio que se ofrezca, y se remata en el punto de penalti. Sin pelotazos, sin regalos. Eto'o, descartado al principio de curso pero readmitido por méritos propios y por un compromiso tácito de buen comportamiento, se relame desde el balcón del área, donde el Barça lo puntea todo.
Sin Messi y sin la llegada de un extremo o un futbolista que se desenvuelva con bizarría por la banda, se le presuponía al equipo azulgrana un cojeo notorio por los costados. No lo demostró anoche, donde el juvenil Pedro, de recorrido largo y vertiginoso en el desborde, reclamó con su descaro una cuota de participación elevada en el primer equipo. Y Henry, rebajado durante la pretemporada como ariete, resurgió en el Camp Nou como extremo, demarcación que repelió públicamente el año pasado.
No es la única diferencia entre el equipo de Rijkaard y el de Guardiola, que lo controla todo al punto de establecer las dietas de los jugadores o sus horarios nocturnos. Ahora, el Barça ensaya las jugadas a balón parado -lanza Xavi y los centrales suben a rematar al tiempo que los laterales cierran-, los extremos profundizan, los medios permutan sus posiciones y no se obcecan con el pase interior, la presión se inicia en campo contrario, y la zaga practica la trampa del fuera de juego. Los goles resumen las versiones azulgrana: Eto'o le ganó la espalda a la zaga por dos veces y resolvió dentro del área; Henry recibió en el vértice del área y retrasó para Xavi, que soltó un zapatazo estupendo y prolongó su idilio del curso anterior con el gol; y Henry la picó dentro del área chica tras una pared. La lesión en el hombro de Alves, baja por quince días, fue el único punto negro en una noche redonda.
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