_
_
_
_
_
ENTRE CORCHERAS | PEKÍN 2008 | Natación
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Estancados en España

Nadé en México 1968 y al año siguiente hice las maletas y me fui a Estados Unidos. A la Universidad de Indiana. Me viene a la cabeza ahora que Aschwin Wildeboer, el mejor nadador español en el Cubo del Agua de Pekín, anuncia que se va a Australia porque no encuentra buenas instalaciones en España, porque se ve obligado a entrenarse rodeado de "nadadores de cursillo". Yo empecé en el Club Natación Sabadell y, aunque era un club puntero por aquellos años, los medios que teníamos nosotros eran irrisorios comparados con los que tienen los nadadores actuales. Pero, claro, han pasado casi cuarenta años y todo ha cambiado muchísimo.

Yo me fui para estudiar, con una beca de la Delegación nacional de Educación Física y Deporte (lo que hoy sería el Consejo Superior de Deportes). Pero elegí Indiana porque tenía un gran programa de natación. Enorme. Tenía 18 años, quería seguir nadando y obtener un título universitario y si podía hacerlo al lado de gigantes como Mark Spitz o Gary Hall, de un montón de nadadores con récords del mundo o capaces de romperlos, mucho mejor. Por lo que recuerdo no es que lo entrenamientos variaran demasiado. Ni la dedicación de los técnicos ni las piscinas ni los gimnasios y salas de musculación. Eran mejores, pero la diferencia no era abismal.

Lo que era completamente diferente era el ambiente, el entorno competitivo, respirar la victoria como una obligación. Si entrenas con la élite de la natación, si en la calle de al lado hay un tipo que ya es doble campeón olímpico y en los siguientes Juegos se colgaría siete oros más, si vas a su rebufo, progresas de forma inevitable. Eso es lo que me ocurrió a mí al lado de Mark Spitz. Mejoré mis marcas y volví a España como licenciado en Ciencias Químicas. Ahora los nadadores están probablemente más enfocados en su deporte. Tienen más dinero, patrocinadores, muchos viven de la natación, aunque son muy pocos los que son verdaderas estrellas y éste sigue siendo un deporte minoritario del que sólo se habla cada cuatro años, al calor de los Juegos.

En España hay instalaciones de nivel, se hacen concentraciones en altitud que eran impensables en mi época, y hay entrenadores de calidad. Lo que no hay es tanta competencia. Los nadadores se acostumbran a entrenarse casi solos o en grupos de tres o cuatro y llega un momento en el que sienten que se estancan, que no pueden competir de tú a tú con nadadores de otros países. Necesitan el estímulo de la competencia diaria, compañeros de entrenamientos que les hagan de liebre, porque las mejoras son cada vez más difíciles. Más cuando estás en un nivel como el de Aschwin, que no ha subido al podio olímpico por sólo unas centésimas.

Australia es un buen destino. Vive la natación probablemente como ningún país del mundo y tiene un sistema modélico que ha producido innumerables campeones olímpicos. Aschwin tiene 22 años y lo que quiere es una medalla en Londres 2012. Tal vez le ayuden al otro lado del mundo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_