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Las víctimas del pederasta de Huelva coinciden en sus testimonios

Las dos hijas del presunto pederasta detenido en Huelva, Fabián B. A., de nueve y diez años, así como una prima de ocho, que declararon a la policía haber sufrido agresiones sexuales por parte del acusado, coincidieron en sus relatos. Una cuarta víctima, una mujer adulta, prima hermana de la esposa del encausado, también declaró a la policía haber sido atacada por éste, siendo ella menor de edad. Así lo confirmó ayer Francisco Durán, jefe de la brigada de la Policía Judicial en la comisaría de Huelva, quien aseguró que los exámenes médicos también confirman las agresiones. Durán recordó que la investigación sigue abierta y pueden ampliarse las diligencias con nuevos testimonios. La familia de Fabián insiste en que éste es inocente.

La Policía da verosimilitud al relato que, por separado, han hecho las tres menores y la mujer ante los investigadores. Las pequeñas explicaron cómo Fabián, aprovechando que su esposa -madre y tía de las niñas- iba al trabajo, les ponía en casa películas de carácter pornográfico, "o dibujos animados eróticos", especificó Durán. Entonces, amenazándolas a veces con un cuchillo, las obligaba a imitar lo que veían en las imágenes. Las niñas también coincidieron en explicar las características del descampado donde presuntamente el adulto las llevaba para cometer otros abusos y que ya ha sido encontrado por los agentes, que corroboraron la descripción.

Durante los interrogatorios, Fabián, B. A., negó en todo momento las acusaciones. Fabián tiene 35 años, es camarero y no tiene antecedentes.

"Yo lo prendo"

Para la familia de Fabián B. A. las acusaciones son una calumnia producto de la manipulación que la madre y su entorno han sometido a las niñas. "Es todo mentira", dijo ayer S. B., de 16 años e hija del detenido, "a mí nunca me miró mal ni me puso la mano encima", insistió. Los padres de Fabián recordaron ayer que éste participó en la revuelta vecinal que se vivió en las puertas de los juzgados de Huelva, cuando Santiago del Valle (el pederasta sospechoso de matar a la niña Mari Luz Cortés) fue interrogado. "¿Cómo va hacerle mi hijo algo a las niñas si estaba allí el primero?, se preguntaba el padre. Tal era su fe en la inocencia, que la madre del acusado, si se demuestra la culpabilidad de su hijo, llegó a decir: "Que me lo rocíen con gasolina, que yo lo prendo con un cerillo".

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