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Crónica:PEKÍN 2008 | Yudo
Crónica
Texto informativo con interpretación

"Ahora no me apetece seguir"

Isabel Fernández deja entrever su retirada tras no subirse al podio

En 1882, en el pequeño templo de Eishoji, Jigoro Kano (Kobe, 1860) inventó el yudo, es decir, yu-do, el camino de la suavidad, como parte del método para el estudio de la vida. En 1964, en los Juegos Olímpicos de Tokio, el deporte nacional japonés entró a formar parte del programa olímpico. Entonces apareció Antonius Geeling, un holandés de Utrecht, y se llevó la medalla de oro en 80 kilos, la categoría reina. Fue una deshonra nacional para el pueblo nipón, y una gesta histórica en el olimpismo.

Ayer, en el gimnasio de la Universidad Tecnológica de Pekín, una holandesa se cruzó en el camino de Isabel Fernández (Torrellano, 36 años) medalla de oro en Sidney 2000, de bronce en Atlanta 96, abanderada y diploma olímpico en Atenas, campeona del mundo en 1997, de la Copa del Mundo en cinco ocasiones, y otra de Europa en 57 kilos, apartándola de las finales, y una brasileña la alejó del bronce. Nadie lo esperaba. Ni ella, que llenó de pena y lágrimas la que puede ser su última presencia sobre un tatami al más alto nivel competitivo. Pero no hubo deshonra en la derrota, que Fernández aceptó como lo que es, una gran campeona, víctima de un golpe de estado a la jerarquía del yudo femenino.

La española perdió el combate de repesca ante la brasileña Quadros
"Creía que la iban a sancionar a ella porque no atacaba y me castigaron a mí"
"Quería aparecer con una medalla, pero otras han sido mejores"

"No sé el color, pero Isabel es medalla seguro", anunció el domingo, llena de optimismo, Sacramento Moyano, la seleccionadora española. Y resultó que no, que compareció la alicantina dispuesta a decir adiós desde el podio, pero no logró ni diploma en su categoría. Fernández se las prometía muy felices tras ganar su primer combate a la estadounidense Gotay -un yuko en técnica de oro (si el duelo termina en empate, el primer punto en la prórroga de cinco minutos da la victoria)- porque a esas alturas habían quedado fuera de repesca todas las favoritas. Cayeron la alemana Boenesich, eliminada por Quintavalle, una belleza italiana, y Kye Sun Hui, la impresionante norcoreana, única mujer de la historia del yudo capaz de ganar tres medallas olímpicas en tres categorías diferentes, y además cuatro veces campeona del mundo, que eliminó primero a Filszmozer, la ingeniera austriaca, campeona de Europa, para perder el siguiente cruce con la francesa Harel, un resultado que conmocionó al gimnasio.

El camino al oro parecía libre de complicaciones para la española. Hasta que apareció Gravenstijn, medalla de bronce en Atenas 04, que con un otoshi, una contra de técnica de brazo, la apartó del camino de la final mandándola a la repesca. En el primer combate de la pelea por el bronce, la brasileña Quadros, con un shido -una penalización por arrastre- culminó la revolución: Quintavalle fue oro, la holandesa plata y la brasileña, bronce. Harel, la francesa, diploma.

"Conocía a Graventisjn, le gané en el Mundial de Río, y sabía que era complicada para mí, porque mete el culo muy atrás, es muy explosiva y me bloqueaba mucho. Pero tenía que arriesgar, porque en técnica de oro [si el combate termina empatado, gana la que primero puntúa] te pueden sancionar por pasividad. Al final, ha sido lista y me ha marcado un koka en una contra. Ha estado más hábil", reconoció la española que, perdido el camino directo a los metales confió en imponer su veteranía en la repesca frente a la brasileña. Ni por esas. "Creía que le iban a sancionar a ella porque no atacaba, incluso se ha tirado de rodillas. Como se decidió a banderas [si en la prórroga no se puntúa, deciden los tres árbitros] a quien han sancionado ha sido a mí". Sólo se quejó lo justo: "He sido más agresiva que ella, pero ¡qué se le va a hacer!, a veces la decisión de los jueces te favorece y otras, no" dijo, consciente de que en Sidney ganó el oro por una decisión parecida.

Llegados a este punto, tan pronto superó el disgusto, la actual concejala de Vivienda del ayuntamiento de Alicante, por el PP, asumió que tal vez va siendo hora de guardar en un armario el que hasta ahora había sido su cinturón de la suerte, ése en el que ella dibujó su nombre con letras góticas y que bordó un artesano japonés en 1990. "No creo que siga compitiendo, he de tomar una decisión, pero me tomaré un tiempo. Sinceramente, ahora no me apetece seguir", aseguró.

Entonces, los ojos de Isabel Fernández volvieron a enrojecerse y se llenaron de las lágrimas: "Quería aparecer ante vosotros con una medalla, pero ya veis, otras han sido mejores", aseguró la que si tantas veces supo ganar, ayer, en Pekín, supo perder. Por algo es yudoca.

Isabel Fernández, en el combate contra la holandesa Gravenstijn.
Isabel Fernández, en el combate contra la holandesa Gravenstijn.AFP

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