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Reportaje:teatro / música

Don Quijote en un cabaret

Jérôme Savary propone una comedia musical con los personajes de Cervantes

Todavía inquieto, algo petulante y sobrado de sí, el director y actor Jérôme Savary (Buenos Aires, 1942) regresa a Madrid al frente de su nueva compañía privada con Don Quijote contra el Ángel Azul, que se representará también en Peralada (el 14 de agosto) y Albacete (el 31). Se trata de una aventura que ha iniciado tras dejar la gestión de grandes teatros nacionales: "Empecé una nueva carrera a los 65 años, pues hay una ley francesa que obliga a esa edad a dejar los puestos públicos, y entonces, a seguir por mi cuenta".

De ahí que haya cierto quijotismo en los avatares de esta obra, con ingredientes de absurdo y locura como la vida misma: "Hay que tener el coraje de hacer obras musicales originales lejos de los musicales en serie que son fotocopias de Broadway sin creatividad alguna. Eso sucede en España. En Francia, por ejemplo, El Rey León y Los miserables (que está inspirada por una obra tan francesa como la novela de Victor Hugo) fracasaron, y el público sí responde a obras como ésta que traemos".

"Soy enemigo del 'play back', que es como hacer el amor con una muñeca hinchable"
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Savary quiere el espíritu bufo del teatro francés perfume su a veces hiriente Don Quijote: "En los tiempos de Luis XIV se llegaron a realizar hasta 1.500 estrenos teatrales en Versalles. ¡El burgués gentilhombre, de Molière, se hizo para una fiesta! Y ponía en solfa un hecho real: cómo un vividor turco, cubierto de diamantes, se hizo pasar por el embajador otomano y vivió tres meses en Versalles junto al rey".

El director franco-argentino quiere seguir en esa brecha: "Siempre he hecho teatro con música, tal como hacían Shakespeare y Molière, sin ánimo de compararme con ellos; y, además, soy enemigo del play back, que es como hacer el amor con una muñeca hinchable. También pienso que la danza es parte esencial de ese teatro total". Un teatro total que pasa por penalidades para subsistir: "Me preocupa la tendencia de muchos alcaldes por ofrecer espectáculos de teatro gratis: eso es peligroso. También hay otro drama paralelo: en Francia ya no se enseña teatro en las escuelas y ninguna universidad tiene teatro experimental, como ocurre en todos los campus de Estados Unidos". Eso lleva a que se rompa una continuidad que Savary explica así: "Tampoco existe prácticamente el teatro de aficionados. No es como en la danza, que miles de jóvenes la practican y por eso, cuando se programa danza, los locales se llenan. En el teatro, la cadena se ha interrumpido". Y el drama lo tuvo en casa: "Mi hija, a los 17 años, me dijo: 'Ya sé lo que quiero ser, papá: crítica de teatro'. Y yo le respondí: 'Espera a que yo me muera, por favor".

La deserción de la actriz principal original, que encarnaba a Daysi Belle, hizo peligrar el proyecto: "Era una bella rubia que parecía una barbie. Perfecta. Pero se casó con un millonario y, tras el éxito en París, abandonó la compañía y casi manda al paro a todo el grupo. Después encontré a la nueva Dulcinea [la española Marta Ribera], que es más de formas, más mujer, y está maravillosa".

Como siempre, en las tropas de este singular director hay gente variopinta: "De entrada, es una compañía bilingüe. En nueve días ensayamos la versión en castellano y la línea sigue las huellas del cabaret berlinés, el criterio magic circus donde pasan muchas cosas, como que Sancho Panza vende el caballo a la carnicería o que Quijote se vista de mujer".

Un momento de <i>Don Quijote contra el Ángel Azul,</i> el musical de Jérôme Savary.
Un momento de Don Quijote contra el Ángel Azul, el musical de Jérôme Savary.SAMUEL SÁNCHEZ

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