El formato inagotable
La telerrealidad da su enésima vuelta de tuerca para atrapar a los espectadores
María tiene 17 años, va vestida de negro, los ojos maquillados a juego. Lleva pulsera y collar de pinchos. Va a interpretar una copla. Por un plató improvisado en el Circo Price de Madrid pasan este verano los aspirantes a concursar en la nueva edición de Factor X (Cuatro). La joven, después, se despacha a gusto con una canción que define como "rock gótico". "Pasas a la siguiente fase", informa el jurado.
La originalidad y la capacidad de sorprender son un bien escaso. Después de ocho años de realities en España -Gran Hermano (Tele 5) fue el pionero-, los productores y los concursantes se tienen que aplicar para levantar pasiones. Cada año se multiplican el número de programas y el de personas que aspiran a vivir una experiencia Gran Hermano. Así, las productoras se esfuerzan por dar a la telerrealidad la enésima vuelta de tuerca. Tele 5 acaba de fletar un autobús que recorrerá España en busca de candidatos para participar en la décima edición de Gran Hermano, que volverá a conducir Mercedes Milá. Mañana, Laredo (Cantabria) acogerá la primera parada del tour.
Cuatro, después del éxito de Fama ¡A bailar!, vuelve a apostar por la búsqueda de talentos con una escuela de circo. Será para el concurso Circus, más difícil todavía, con Josep Lobató como jefe de pista, que tras su paso por TVE regresa a la cadena de Sogecable. Sus responsables aseguran que se trata de un casting muy selectivo al que sólo se presentarán cerca de 1.500 aspirantes. "El nivel es muy alto. Queremos crear profesionales para un espectáculo como Cabalia o el Circo del Sol", dice Leonardo Baltanés, director de Programación de Cuatro.
De los realities de convivencia al estilo de Gran Hermano o Confianza ciega se pasó a los de aventuras, como Supervivientes, y después a los de cazatalentos. Primero con cantantes, luego con bailarines, después con artistas multidisciplinares y ahora con profesionales del circo.
¿Pero el espectador no está ya saturado? El director de Circus, Juan Higueras, responde con una pregunta. "¿Se ha cansado la gente del cine?, pues tampoco se va a cansar del reality". "Igual que hay películas buenas y malas, hay realities buenos y malos, pero ni el formato va a morir ni los espectadores se van a cansar". Higueras sostiene que la gasolina del formato es la curiosidad, y ésa nunca se va a terminar. "Antes de que existiera sacábamos la silla a la puerta de la casa del pueblo".
Los índices de audiencia confirman su teoría. Aunque cualquiera de los programas de telerrealidad que se han emitido últimamente están lejos de conseguir la cuota de la primera edición de GH (54,1%), el formato sigue vivo. Este curso, por las distintas televisiones han pasado numerosos realities y "todas las cadenas aspiran a tener uno de referencia en su parrilla", apunta Jaime Guerra, productor de Gran Hermano. "Es un producto que durante tres meses llena los contenidos del prime time y que, además, crea argumentos y personajes para otros espacios", añade.
En cuestión de contenidos, Estados Unidos se lleva la palma. Son mucho más explícitos y arriesgados. Uno de ellos, por ejemplo, discurre dentro de una casa donde nueve famosos se están desintoxicando. En otro, titulado Kid Nation, 40 menores conviven en un pueblo del Oeste y se tienen que organizar solos. Guerra explica que en España la Ley del Menor impediría un programa donde los menores tuvieran que trabajar. Sin embargo, Zeppelin ya está pensando en hacer un programa donde personas obesas adelgazan, y Cuatro está preparando Granjero busca esposa, donde varias mujeres de ciudad irán al campo para emparejarse con un agricultor y cambiar de vida.
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