Batalla olímpica
Hartos de ver que la política se mete en todas las cosas, los cubanos quisiéramos seguir por la tele unas Olimpiadas estrictamente deportivas. Soñamos con las marcas, el podio y las medallas, sin que la competición tenga visos de enfrentamiento ideológico. No obstante, parece que nos quedaremos con las ganas de un espectáculo puramente atlético. Nuestros deportistas han partido como si se tratara de una legión de soldados que sale a cumplir una misión internacionalista. "Con el escudo o sobre el escudo", los ha exhortado -en unas de sus reflexiones- el ex presidente Fidel Castro.
Para la escuadra isleña el no superar el undécimo lugar en el medallero, obtenido en las pasadas Olimpiadas, será menos amargo que ver mermada sus filas por la deserción. Los momentos de mayor riesgo para sufrir bajas serán las escalas obligatorias que tendrán en el viaje de ida y de regreso. La amenaza de no poder "regresar nunca a la patria" actúa de acicate para desestimar las proposiciones de los cazadores de talentos deportivos. Para los que opten por asilarse, les aguarda el calificativo de "traidores".
Tres nombres de atletas cubanos saltan a la vista del conjunto español en los Juegos
Paralelamente a la "disciplinada" escuadra nacional, hay compatriotas nuestros que competirán bajo la bandera de otros pueblos. Tres nombres cubanos saltan a la vista en la lista del conjunto español y quizás otros defenderán los colores de diversas naciones.
Son atletas que han puesto su pasión por el deporte por encima de un concepto cada vez más arcaico: "La nacionalidad". Han escogido representar a países donde viven, tienen familia o gozan de mejores perspectivas para el futuro. Sus hazañas no serán registradas como "un logro más del sistema socialista", ni siquiera serán reportadas por nuestros comentaristas deportivos. No obstante, el pueblo se enterará, como se entera de todo, y celebrará esos triunfos como propios.
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