Más de 17.000 euros en cenas
El 'gourmet' misterioso frecuentaba, siempre solo, los 'tres estrellas' franceses
Los misterios sobre la desaparición del maratoniano gourmet Pascal Henry se multiplican. Este ciudadano suizo se esfumó del restaurante de Ferran Adrià, El Bulli, el pasado 12 de junio en la cuadragésima etapa de su gira por todos los restaurantes del mundo con tres estrellas Michelin. Según los primeros datos, Henry es un mensajero que había estado ahorrando durante años para sufragarse esta excursión gastronómica, cuya factura, sólo en restaurantes, tenía que sobrepasar los 17.000 euros. Pero Henry no era la primera vez que visitaba en Francia a algunos de estos altares de la cocina mundial. Ya había comido en otras ocasiones en cuatro restaurantes de lujo. ¿Cómo podía resistir su economía doméstica este dispendio? La policía española desconoce los detalles de la profesión de Henry.
"No me explico cómo podía pagarse las cenas y los viajes", dice el 'chef' Georges Blanc
En Valence, en el restaurante de Anne-Sophie Pic, también tres estrellas, era "un cliente conocido", pero del que no se conocía oficio. "Comía solo. Bebía vino", pero "no sabemos en qué vehículo se desplazó hasta nuestro restaurante". En Bocuse, en cambio, saben que una vez vino en coche y otra en moto. En el restaurante de Georges Blanc, donde confirman que Pascal Henry "trabajaba como mensajero", recuerdan que la última vez que vino "quería regresar en moto, en un scooter grande, pasadas las once de la noche, a Ginebra. Le convencimos para que se quedase a dormir en una de nuestras habitaciones".
Marc Veyrat es uno de los grandes cocineros de la nueva ola de la gastronomía gala. Su Maison de Marc Veyrat, vecina al lago de Annecy, es un lugar de peregrinación al que Pascal Henry había acudido. "Ahora tenía una reserva a finales de junio y no vino. Antes había venido en algunas ocasiones. Siempre solo", recuerda Veyrat. Sabe que "bebía vino" pero no "en qué vehículo había llegado". Cenar chez Veyrat cuesta entre 290 y 380 euros. Hacerlo en Pic, 115 como mínimo. En Blanc, el mínimo es 105 euros, pero fácilmente la cuenta subirá por encima de los 200, y la horquilla oficial chez Bocuse oscila entre los 110 y los 190. "Él había decidido ahorrar para ofrecerse esta visita a todos los grandes restaurantes", dice Vincent Le Roux, de Bocuse. "En vez de comprarse un buen coche se regalaba los 68 restaurantes tres estrellitas". Su gira se terminó tras visitar 40, la mayoría de ellos en Francia pero también en Bélgica, Holanda, Alemania, Italia, Mónaco y tres en España. Quedaron pendientes de visita los británicos, los estadounidenses y los de Japón. Los que requerían de desplazamiento en avión.
Pascal Henry, por tanto, incluyó en su viaje locales donde ya había comido más de una vez. "No parecía tener problemas de dinero", recuerda Le Roux. "Dejó que el menú se lo confeccionase Paul Bocuse y que fuese también él quien eligiese el vino". Y no sólo eso: Bocuse también envió a cada restaurante un fax pidiendo que reservasen una mesa para Henry para un día determinado. "Quería que fuera recibido en todas partes con idéntica calidez". El resultado de la iniciativa fue bueno. "Pasó en dos oportunidades para hablar con el señor Bocuse de cómo iba su gira".
Para Georges Blanc, "el cómo se financiaba ese viaje, cada día en un restaurante distinto y reservas de hotel, es algo inexplicable". Blanc recuerda a Henry como "un hombre simpático, de aspecto deportivo", al que le ofreció "una última copa antes de acostarse" en una de sus habitaciones". Él no tenía conciencia de que Henry hubiese acudido ya a su restaurante. "Pero él me lo dijo y varios clientes me lo confirmaron. Tengo bastantes clientes ginebrinos". No era un crítico gastronómico, pues le consta que su "pasión por la comida iba asociada a la convivialidad. Le dije que, para mí, su gira eran unos juegos olímpicos de la gastronomía".
Carme Ruscalleda, cuyo restaurante visitó el 11 de junio, tuvo la primera noticia de su visita porque su chef en el local de Tokio es francés y había visto en un blog la ruta que iba a realizar Henry. "Me llamó advirtiéndome de su llegada. El mismo día de su visita recibí dos faxes de Bocuse. Uno para él y otro para mí, hablando muy bien del personaje, que era conocido en los ambientes gastronómicos franceses". En el restaurante de Ruscalleda no tomó vino. Ella hizo un dibujo en su libreta y lo invitó. Henry devolvió la gentileza regalándole unas chocolatinas.
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