Una noche perfecta

Puestos a discutir, sólo por el placer de polemizar puede discutirse la voz de Caetano, su forma de tocar la guitarra y el escaso glamour que le acompaña. Puestos a discutir, puede discutirse todo, todo menos que Caetano Veloso es un intérprete sensacional. Por tercera vez en los festivales costeros catalanes, Caetano Veloso impartió una espléndida lección de cómo un artista puede hacer suyas las canciones, darles una vitalidad y personalidad avasalladoras y llenar un escenario enorme con la escueta imagen de un artista que sentado toca una guitarra y canta. ¿Qué cantó? Pues es igual. Para los amantes de los datos se pueden citar temas como Sozhino, Terra, Cucurrucucu Paloma, Trilhos urbanos y muchas más, pero, un detalle para considerar, podría haber cantado la lista de reyes godos que hubiese dado igual. Cuando un artista acaricia las letras y las envuelve en sonoridades de mesa camilla -según sus próceres, la bossa se canta bajito porque se reunían en un piso de tabiques delgados-, no hay canción que no pueda ser una caricia.

Eso fue todo, nada más y nada menos. En una noche cálida y húmeda, con Calella y el mar al alcance de los ojos, el cielo titilando y Caetano Veloso en el escenario, no hay lugar para nada más que no sea entregarse. Será cursi, podemos discutirlo todo, pero ¡qué hermosa la cursilería de una noche de verano!