Las obras del puerto de Valencia chocan con el uso de la dársena
Polvo y ruido impedirán explotar los amarres, según el Consorcio
La difícil convivencia entre el puerto industrial de Valencia y la dársena deportiva creada para la Copa del América se complica con las obras de ampliación portuaria que acaban de comenzar.
El tránsito de 300 camiones diarios junto a los amarres de la dársena de las regatas y el importante movimiento de materiales y maquinaria para la primera fase de la ampliación del puerto chocan frontalmente con la pretensión del Consorcio Valencia 2007 -que integran el Ayuntamiento, la Generalitat y el Gobierno- de revitalizar el espacio ganado con las regatas y explotarlo comercialmente.
El movimiento de máquinas se hará junto a los amarres deportivos
"No hay problemas que no se puedan atajar", asegura la Autoridad Portuaria
La obra elimina el helipuerto de la Copa en el muelle de Levante
Al menos esa es la conclusión a la que llegó el director general del Consorcio, Jorge Gisbert, a raíz de las resoluciones adoptadas por la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) en el consejo del pasado 12 de junio. En aquella reunión, el puerto prorrogó al Consorcio por un año la autorización para ocupar con sus instalaciones la dársena, pero impuso nuevas condiciones relacionadas con las obras de ampliación. Para empezar, la zona de acopio de materiales y maquinaria para las obras se apoya en el dique de la bocana del Consorcio, se queja Gisbert en un informe remitido a finales de junio al Gobierno, la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia.
Además, en su resolución, el puerto advierte al Consorcio de que deberá permitir el paso de máquinas "hasta el extremo del dique principal" que cierra la bocana de la dársena deportiva, ya que es el punto de empalme de parte de los diques de la ampliación. Aunque la APV se muestra dispuesta a interrumpir ese tráfico "temporalmente con el objeto de evitar las molestias a las embarcaciones que pudieran estar atracadas en la marina sur", el responsable del Consorcio no lo ve suficiente. Las jornadas previstas de 24 horas y el "gran volumen de materiales" acarrearán una "emisión de polvo, contaminación acústica y lumínica" que "implica la imposibilidad de explotación de la marina", indica Gisbert en su informe. Ayer, tanto el puerto como el Consorcio afirmaron que estudian soluciones a la afección por las obras.La decisión del puerto "de autofacultarse" para el paso de su maquinaria por el dique de abrigo de la dársena de la Copa del América "definitivamente impide la explotación comercial de los amarres", explica el director general. La zona de amarres (unas 600 plazas) ya sufre la "polvareda" de carbón que por los vientos del sureste llega a la marina desde la terminal de graneles, un problema que se agravará con los trabajos de la ampliación y el uso de los diques de la dársena.
El puerto pretende acelerar al máximo la primera fase de sus obras -4,5 kilómetros de diques que luego albergarán la nueva superficie operativa- para acabarla en otoño de 2011. El enredo en el que aún está envuelta la Copa del América por el litigio entre Alinghi y BMW-Oracle favorece esta planificación, ya que el contrato que fijó una edición de las regatas en 2009 e imponía restricciones a la obra está anulado. Tras el último fallo judicial en torno a la Copa, Valencia mantiene las expectativas de repetir como sede, pero las regatas probablemente no se celebrarían hasta 2011. En este contexto, el Consorcio asumió la gestión de la dársena el pasado junio, y pretende devolverle actividad y generar ingresos con la explotación de locales y amarres.
Fuentes de la APV destacaron ayer que las obras se realizan en su ámbito, y que el movimiento de máquinas está separado por un muro de la zona de amarres del Consorcio. La APV reiteró que están previstas "medidas correctoras" para evitar los inconvenientes de la obra, incluidos "baldeos" contra el polvo. "No hay problema que no esté previsto o no se pueda atajar", insistieron en el puerto, que subraya que hasta ahora ha hecho lo posible para facilitar la celebración de la Copa del América y también de la Fórmula 1.
Sin embargo, la "preocupación" en el Consorcio por la obra persiste, según confirmaron ayer fuentes del organismo. El puerto ha respondido a esta inquietud y estudia las objeciones del Consorcio, puntualizaron.
En el organismo también preocupa otro aspecto importante de las obras. La construcción de un dique de varios kilómetros pegado a la bocana de la dársena deportiva podría provocar un fuerte oleaje en caso de temporales y poner en serio peligro a los barcos que entran a los amarres y a los que ya están atracados, según el Consorcio. Por ello, hace unos meses que el organismo se dirigió al puerto para preguntar si hay un "estudio cuidadoso y fiable" sobre la influencia de la obra sobre la "agitación en la bocana e interior del puerto deportivo". El puerto, al respecto, indicó ayer que el Cedex (Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas), del Ministerio de Fomento, elabora "un estudio muy pormenorizado" sobre los cambios en el oleaje, que el puerto no cree que afecten a la dársena: "Siempre hay soluciones constructivas si hace falta".
Las críticas del Consorcio se extienden a otros aspectos. Así, el informe de Gisbert advierte a las administraciones de que la obra implicará la "eliminación de las instalaciones ejecutadas para el helipuerto" de las regatas en el muelle de Levante, una superficie de 7.000 metros cuadrados que se pierden porque están junto a la zona de acopio de materiales de la ampliación. La APV, no obstante, señala en el acuerdo del consejo del 12 de junio que "repondrá" el helipuerto o indemnizará al Consorcio.
Las condiciones impuestas por el puerto para prorrogar el permiso de uso de la dársena también implican el amarre "sin coste alguno" en la dársena de la embarcación Valenciaport, un acto "de posesión" de un amarre que no ha gustado en el Consorcio Valencia 2007. Por todo ello, Gisbert concluía a finales de junio que las decisiones del puerto afectan "gravemente" a la entidad. El consejo rector que sugirió aún no ha sido convocado por la presidenta, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá.
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