Máscaras
En Nueva York han abierto una escuela para los concursantes que quieran triunfar en un reality. En contra de lo que podría suponerse no se trata de aprender a mostrarse como es uno mismo. El promotor de este centro, que cobra 140 dólares por tres horas de clase, lo tiene claramente teorizado: "La televisión reality no es real, todo es forzado y está elaborado y se trata simplemente de un drama sin guión". En la escuela enseñan a maquillarse, ponerse atuendos llamativos y alertar a las cámaras de lo que planea hacer el concursante para que no se lo pierdan.
Que los realities son una impostura lo tienen muy claro sus propios protagonistas. En Londres, la Escuela Central de Oratoria y Dramaturgia -que tuvo entre su alumnado a Laurence Olivier y Vanessa Redgrave- ha tenido que negar la matrícula a aspirantes despistados cuyo objetivo no era subir a un escenario sino triunfar en los platós de los realities.
Mientras estos aspirantes construyen su máscara, en Identity (TVE) el juego de máscaras es otro. El lunes, una concursante se llevó 100.000 euros al acertar la identidad de 11 de las 12 personas sometidas a su escrutinio. Tuvo que acertar quién era estrella en México, quién practicante de Reiki, quién era sommelier y quién un ciclista que ha pedaleado desde Salamanca a Roma entre otras curiosas identidades. Identity no es un reality, pero se sustenta en un extraño concepto de identidad y, sobre todo, en una extraña manera de mostrarla. ¿Ser catador de helados es una identidad o una profesión infrecuente? Como pistas apenas ofrecen un gesto y se supone que los personajes van vestidos de acuerdo a su etiqueta (hay una curiosa preferencia por colocar biquinis a las chicas).
Viéndolo, dudas si gana la intuición del concursante o, en definitiva, se trata del azar, porque es muy difícil considerar una identidad perceptible que se tenga el récord Guinness de dominós de chupitos. ¿Y qué máscara se le pone a esta persona?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.