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Reportaje:EXTRA TEATRO EMERGENTE | Otras escenas

De la Sección Femenina a Titirimundi

Si la transición marcó una clara nueva etapa para el teatro y para la danza más experimentales, el cambio para lo que entonces era el teatro infantil y juvenil, los espectáculos de títeres y marionetas y el circo fue radical, ya que estos géneros andaban mayoritariamente aprisionados dentro de unos guetos en los que no faltaba casposidad, didactismo barato, populismo sin ninguna imaginación, muchas veces teñidos por el famoso teatro de participación en el que no se involucraba al niño en un proceso de reflexión y juego, sino que simplemente se le hacía berrear a ritmo de pitos o palmas. Es por eso por lo que la aparición en estos campos de creadores que abordaban sus trabajos con el mismo rigor y ahínco que si se tratara de propuestas para público adulto fue todo un acontecimiento que lograba sorprender aún más cuando a ese trabajo riguroso se le añadía el intento de investigar y experimentar nuevas tendencias. Curiosamente, el precedente de ese teatro para niños y jóvenes que buceaba por otros territorios se encuentra en pleno franquismo en lo que se llamó Títeres de la Sección Femenina, donde se coló gente tan poco sospechosa de pertenecer al régimen como José Monleón, José Hierro, Tina Sainz, José Sacristán o Juan Diego, que iban colando poco a poco textos y formas de hacer teatro (y no tanto títeres a pesar del nombre) renovadores.

En teatro infantil y juvenil fue esencial la aparición de Teatro El Globo de Sevilla, que dirigía José Luis Castro, con aquel inolvidable montaje llamado Fantasía para un juguete roto, al que acudían también adultos sin niños. Hubo otros renovadores, que aún siguen trabajando para los espectadores más jóvenes, como el PTV (Pequeño Teatro de Valencia), desde lenguajes más modernos, o grupos con innovadores montajes, como Aracaladanza. siguen su spasos Cambaleo y Ultramarinos de Lucas.

En el terreno de los títeres, los pioneros fueron, sin lugar a dudas, La Claca, que puso en pie Joan Baixas, aún hoy en activo; La Tartana, discípulos del gran Francisco Peralta, que aportaron una minuciosa investigación técnica y un lenguaje totalmente innovador al títere (Carlos Marquerie y Juan Muñoz, de la Pradillo, eran sus líderes), y Libélula, grupo que supo encontrar nuevas fórmulas con unos títeres llenos de sensibilidad, capitaneado por Lola Atance y Julio Michel, este último director del extraordinario festival de títeres de Segovia (Titirimundi) y un caso único en el panorama escénico español ya que dirige hace dos décadas esa muestra y nunca ha programado un espectáculo suyo. Lo nunca visto.

Durante la década de los ochenta estos grupos convivieron con otros que se incorporaron al grupo de los experimentales, como El Espejo Negro, La Deliciosa Royala, Bambalina, Jordi Bertrán, Txo Títeres o Axioma. Algunos resisten y otros han dado paso a los más innovadores del momento, entre los que nos encontramos a La Chana, Joan Baixas (despojado de La Claca) y María Parrato, todos ellos degustadores también de las últimas y más modernas tecnologías.

En el terreno del circo y en claro contraste con las grandes propuestas de los años setenta y ochenta, muchas de ellas chabacanas, populacheras en el peor sentido de la palabra, aparecen en Barcelona pequeños artistas con sus pequeños espectáculos. Al frente, uno de los grandes renovadores del circo contemporáneo en España, Tortell Poltrona, que aún hoy sigue dando guerra desde los mismos presupuestos, que no son otros que mostrar un clown modernizado.

Cataluña sigue dando los mejores frutos a la hora de buscar a los experimentales de este género, debido fundamentalmente a las escuelas de circo que tienen. En Madrid ha pasado algo similar gracias al colectivo de Malabaristas y la escuela de circo Carampa, en la que tanta energía dejó la recientemente desaparecida Teresa Sánchez Gall y de donde emergen grupos tan interesantes como Marcus. También ha habido grandes creadores vanguardistas que se han acercado al circo, como el músico Carles Santos, y otros que nacen con vocación de permanecer, como el circo Gran Fele, que se podrá ver dentro de unos meses dentro del Festival de Otoño de Madrid.

La aparición de circos estables, como el Price en Madrid, el de Albacete, recientemente inaugurado, y los que se tiene previsto inaugurar en poco tiempo en Benidorm y Murcia, supondrá una importante revitalización de este género en el que España brilló con luz propia a lo largo del siglo XIX y primera mitad del XX, con artistas que se cotizaban internacionalmente. -

Montaje de Joan Baixas en el festival Titirimundi, celebrado el pasado mayo en Segovia
Montaje de Joan Baixas en el festival Titirimundi, celebrado el pasado mayo en SegoviaCLAUDIO ÁLVAREZ

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