Bajadores
Cuántas veces habré oído que las carreras se ganan aguantando en la montaña y dando el zarpazo en la contrarreloj, cuántas. Que no hay más secretos en el ciclismo moderno de las grandes Vueltas. Que lo demás no importa. Que, si para arriba alguien es bueno, lo único que hay que hacer es mejorar la posición, trabajar la aerodinámica, que es lo esencial en las cronometradas. Que sí, que todo vale, incluido el túnel del viento, las bicicletas de diseños aeroespaciales o los tejidos de la enésima dimensión. Pero no olvidemos lo esencial: siete vatios por kilo y un buen coeficiente aerodinámico. Ésa es la receta básica de un potencial ganador del Tour. Luego, que cada uno le dé el toque personal conveniente.
Ya. ¿Y en las bajadas qué es lo que hay que hacer?, preguntaría el curioso de la clase. Nada. En las bajadas y, ya que preguntas, en el llano y en los abanicos, simplemente, hay que ir ahí gastando lo menos posible. Lo que se dice vulgarmente, pasando el día. Ahí no hay nada que ganar, pero sí que perder. Así que hay que estar atento, no dormirse, pero poco más. Con no pillar un corte o una caída es más que suficiente. Ya. Visto así, parece sencillo, teoría, pero lo que importa aquí es la práctica. Y ahí las cosas no son siempre tan sencillas.
En el ciclismo, ser especialista es sinónimo de ser un incomprendido. Ninguno de los demás entiende cómo puede ir tan rápido el otro en su especialidad. Yo, por ejemplo, veo a los escaladores subir con facilidad en puertos en los que yo sufro y me retuerzo y me pregunto: ¿cómo es eso posible? Y sí, lo es, y es sobre todo cuestión de genética, y el que quiera encontrar la respuesta más lejos lo que tiene es ganas de perderse. Claro que entonces te piden que expliques cómo eres capaz de mover el piñón de 11 dientes sin desencajarte la rodilla y tú, que lo haces con toda naturalidad, te sorprendes de la obviedad de la no-respuesta. ¿Cómo? No sé, pero lo hago.
Pero hay un tipo de especialista que, de tan incomprendido, ya pasa por loco e inconsciente. Ése no es otro que el bajador. Se suele decir que bajando sólo atacan los jóvenes, los locos o los que no tienen hijos -y ya no digo nada si confluyen los tres factores-. Pero no es del todo cierto. Los que de verdad atacan son los especialistas. Los otros son más abundantes, gente que baja bien, pero especialistas hay pocos. Dessel es uno de ellos. Ganó este año una etapa en la Vuelta a Cataluña. Atacó bajando. Ganó otra en la Dauphiné Liberé ídem de ídem. Ganó ayer en el Tour... No, no atacó bajando porque no lo necesitaba. Sabía que, atacando en las curvas del último kilómetro, nadie podría rebasarle. Y eso hizo.
Samuel Sánchez es otro. Y también ayer lo intentó, aunque sin éxito. Buscaba la etapa, pero ésta ya había volado y lo único que consiguió con su ataque fue descolgar a Menchov. Menchov, uno que sabe mejor que yo que las carreras se ganan aguantando en la montaña y dando el zarpazo en la crono, pero que se pierden en el lugar más insospechado. Por ejemplo, en la bajada de La Bonette, quién sabe.
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