Voz de esperanza
Leo con entusiasmo el artículo de Carlo Maria Martini en vuestro diario; y digo con entusiasmo porque creo haber reconocido en este personaje una voz positiva, comprensiva y respetable dentro de una Iglesia a la que pertenezco pero que cada día siento más lejos.
Después de comprobar, en un magnífico reportaje de la revista EPS de EL PAÍS, cómo las sectas -no tienen otro nombre- de kikos, neocatecúmenos y demás proliferan, y con ellas la intolerancia religiosa, veo que todavía la Iglesia es capaz de darnos un ejemplo de todo lo contrario.
Lo único que me preocupa es, precisamente, que este tipo de personas se conviertan en problemas para la jerarquía eclesiástica y les tilden poco menos que de conflictivos. Quiero seguir pensando que no está todo perdido y que la Iglesia católica sabrá amoldarse al siglo XXI en el que vivimos y no retrocederá a la Edad Media de mentalidad inquisitorial.