John Templeton, gran inversor y filántropo
Pionero en el negocio de los fondos de inversión, creó unos galardones para premiar la investigación
John Templeton era un inversor a largo plazo, no un especulador. Y eso le aportó gran éxito en Wall Street. Su mentalidad abierta le convirtió en pionero en el negocio de los fondos de inversión internacional, hasta el punto de ser calificado como el mejor del pasado siglo. El pasado martes murió por una neumonía en Nassau, en las islas Bahamas. Tenía 95 años.
Su carrera financiera arrancó en 1937 y se prolongó durante medio siglo. Tenía un sentido especial para dar con las gangas, y eso aportó importantes retornos a los inversores de los fondos que gestionaba. Con la II Guerra Mundial llamando a la puerta, colocó el dinero en acciones que estaban en el "punto máximo de pesimismo" o en compañías al borde de la quiebra, para tomar ventaja de su bajo precio.
No se dejaba dominar por el miedo, la histeria o las opiniones negativas que circulaban por el mercado. La inversión se quedaba quieta durante años, esperando a que los valores subieran y recoger los frutos. Esa estrategia la aplicó a países e industrias. Nunca seguía a la masa, lo que le distinguió del resto de inversores de su época. Nada era fruto de la casualidad. Templeton era meticuloso en su análisis.
Nacido el 29 de noviembre de 1912 en Winchester (Tennessee), Templeton se graduó entre los primeros de su clase por la Universidad de Yale y completó sus estudios en Oxford. Antes de volver a EE UU y zambullirse en el competitivo mundo de las finanzas en Wall Street, dio una vuelta al mundo para empaparse de cultura. Eso le ayudó a ver las cosas de otra manera. Y su experiencia la llevó a la práctica.
La aventura internacional comenzó en 1954, con la creación de Templeton Growth, el primer fondo de inversión especializado en compañías establecidas fuera de EE UU. Y de nuevo se desmarcó del resto, porque en esa época nadie miraba al mercado internacional. En 1992, Templeton vendió la firma a la compañía Franklin Resources por 913 millones de dólares. Su éxito, como dijo en un artículo publicado un año después, estaba en la "flexibilidad", la "diversificación" y en tener una "mentalidad abierta" respecto al tipo de inversión. No era partidario de especular, sino de buscar oportunidades para comprar. Tenía nacionalidad británica cuando murió.
Y como los grandes magnates estadounidenses, y siguiendo el ejemplo de los Carnegie y los Rockefeller, destinó gran parte de su fortuna a obras benéficas, por lo que fue designado caballero por la reina Isabel II. En 1972 creó el Templeton Prize para la investigación o los descubrimientos de realidades espirituales. Madre Teresa fue la primera galardonada, en reconocimiento a su labor espiritual. En términos monetarios es más importante que el Nobel.
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