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DESDE MI SILLÓN
Columna
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Ignorancia

Ignorancia, bendita ignorancia que me dejaste disfrutar del tercer sprint victorioso del Expresso de Man Cavendish.

Encendí el televisor nada más llegar de entrenar; faltaban unos 20 kilómetros para la meta, y había una escapada de tres con poco más de un minuto. Sprint cantado, a pesar de que se veía que el viento soplaba favorable, y eso siempre dificulta la caza al pelotón. Pero un minuto significa contacto visual, y así no hay nada que hacer.

Decidí posponer la ducha hasta el final de la etapa; a la velocidad que rodaban, no significaría esperar mucho tiempo, así que aproveché para matar el hambre mirando a la pantalla.

El sol lucía, y el paisaje del Mediterráneo parecía alegrar la carrera después del triste suceso del día anterior. Desde la bicicleta, muchas veces el mar no se ve pero se siente, y eso es algo que reconforta cuando llevas muchos días rodando por el interior. Aire fresco para alzar los ánimos, que no decaigan.

Otro día aún más triste, y yo sin saberlo. Lo primero que me vino a la cabeza es que mejor así
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Pensaba que el día anterior terminé mi columna dejando una puerta abierta: a ver..., y que por fortuna la corriente que entraba por ahí era refrescante. Eso es lo que hacía falta, volver de nuevo a la competición. Tocaba sprint, y surgían varias cuestiones: a ver cómo ha recuperado Cavendish tras los Pirineos, a ver si su equipo es capaz de controlar, a ver si el Quick Step cree en Steegmans, a ver si surge alguna sorpresa, a ver cómo se busca la vida Óscar con su maillot verde...

Un parón a falta de 2,5 kilómetros descolocó a los equipos que trabajaban en bloque. Cavendish perdió la rueda de sus compañeros y por un momento parecía que ni siquiera ellos se habían dado cuenta. Pero volvió, no sin esfuerzo. A ver si lo termina pagando, me dije. Óscar, en su táctica de saltamontes, hacía lo que podía para no perder la posición, pero no terminaba de encontrar un hueco bueno. Última curva -uf, nadie ha caído-. Sprint lanzado, y... Cavendish alzando de nuevo los brazos, sin ni siquiera rivales. Lo que se esperaba. Esto ya lo habíamos visto, y lo volveremos a ver, seguro.

Estaba ya enfilando la ducha cuando el locutor, a modo de despedida, cerró la retransmisión con la coletilla "en este triste día en el que se ha conocido el positivo de Riccò". Me quedé parado. ¿Positivo de Riccò? ¿Otro más en el Tour? Mi mujer me respondió: sí, ¿ahora te enteras?, y el Saunier no ha tomado la salida.

Me quedé sin palabras. Otro día aún más triste, mucho más triste, y yo sin saberlo. Lo primero que me vino a la cabeza es que mejor así. Había entrenado duro, 4 horas y media de bicicleta, con 8 series de 5 minutos de SFR (subida-fuerza-resistencia) gracias a la ignorancia. De haberlo sabido, estoy seguro de que no hubiese sido capaz. Habría disfrutado del sprint como un día cualquiera (ansiando esa victoria de Freire que no llega) solamente por desconocimiento. Tanto mejor.

Al final ayer no fue un día tan triste como debería haberlo sido. Mejor. Pero no fue por nada en particular, simplemente por ignorancia.

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