Un duro golpe para España
Un duro golpe para EspañaL. D.Madrid
La suspensión de pagos de Martinsa-Fadesa es un golpe no sólo para las ansias expansionistas de Fernando Martín, que mordió más de lo que podía tragar con la compra de Fadesa, si no para toda la economía española. En primer lugar, lo sufre un sector que ya acumulaba tantos problemas como el inmobiliario. Al desplome en las ventas de pisos, superior en lo que va de año al 30% y la restricción al crédito para promotores y compradores, se une ahora la caída de un símbolo. Este revés puede terminar de ser letal para la imagen en el extranjero del tan denostado ladrillo español.
La segunda damnificada será la banca. Las entidades han optado por el mal menor, y tendrán que decidir ahora qué hacen con un negocio que ni es el suyo ni el que quieren: el inmobiliario.
Además, las 6.691 familias que a finales de 2007 habían acordado comprar un piso a Martinsa-Fadesa -y en este tiempo no se hayan echado atrás- tendrán motivos para la intranquilidad, a pesar de en principio la conclusión de las viviendas es obligatoria.
Y, por último, los que pagarán el pato serán los clientes de los bancos. Porque las entidades que han dicho "hasta aquí hemos llegado" tendrán que provisionar fondos por los créditos impagados. "El acceso a la financiación exterior va a ser más dura. Por lo tanto, la banca cobrará más por prestar dinero", apuntan fuentes del sector.
Un duro golpe para España
La suspensión de pagos de Martinsa-Fadesa es un golpe no sólo para las ansias expansionistas de Fernando Martín, que mordió más de lo que podía tragar con la compra de Fadesa, si no para toda la economía española. En primer lugar, lo sufre un sector que ya acumulaba tantos problemas como el inmobiliario. Al desplome en las ventas de pisos, superior en lo que va de año al 30% y la restricción al crédito para promotores y compradores, se une ahora la caída de un símbolo. Este revés puede terminar de ser letal para la imagen en el extranjero del tan denostado ladrillo español.
La segunda damnificada será la banca. Las entidades han optado por el mal menor, y tendrán que decidir ahora qué hacen con un negocio que ni es el suyo ni el que quieren: el inmobiliario.
Además, las 6.691 familias que a finales de 2007 habían acordado comprar un piso a Martinsa-Fadesa -y en este tiempo no se hayan echado atrás- tendrán motivos para la intranquilidad, a pesar de en principio la conclusión de las viviendas es obligatoria.
Y, por último, los que pagarán el pato serán los clientes de los bancos. Porque las entidades que han dicho "hasta aquí hemos llegado" tendrán que provisionar fondos por los créditos impagados. "El acceso a la financiación exterior va a ser más dura. Por lo tanto, la banca cobrará más por prestar dinero", apuntan fuentes del sector.
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