Atención a las cuentas de resultados
Los datos más relevantes de esta semana fueron la contabilidad nacional de los sectores institucionales del primer trimestre, la Central de Balances del Banco de España, también del primer trimestre, y el IPC de junio. Me centraré en estos dos últimos.
La Central de Balances, que en su versión trimestral recoge fundamentalmente la evolución de las grandes empresas, muestra una ralentización importante en el ritmo de crecimiento del valor añadido de las empresas de la muestra, es decir, del PIB a coste de los factores generado por las mismas [gráfico superior izquierdo]. Este valor añadido se reparte entre remuneraciones de los asalariados y el excedente bruto de explotación. Las primeras aumentan más del doble de lo que lo hace el valor añadido y se aceleran respecto al crecimiento de 2007, pese a que el empleo sube menos. La causa es la aceleración de los costes laborales por trabajador, reflejando la indiciación de los salarios a la inflación, principalmente por el mecanismo de las cláusulas de salvaguarda. De ahí que, el excedente, que es la fuente primaria y principal de generación de beneficios, se estanca.
Las empresas empiezan a resentirse de la demanda débil, los costes laborales y las cargas financieras
Deben evitarse medidas como las cláusulas de salvaguarda y la subida del salario mínimo
Si a este excedente le sumamos los ingresos financieros -intereses, dividendos y otras rentas de la propiedad- y le restamos los gastos de la misma índole, obtenemos el resultado ordinario neto, que es el mejor indicador de la evolución de las cuentas de las empresas. Los gastos financieros, impulsados por un endeudamiento creciente y por la subida de los tipos de interés, aumentan fuertemente, un 26,7%. Como consecuencia, el resultado ordinario neto cae un 6,3%. Aun así, las empresas pudieron lucir un aumento de sus beneficios (resultado total neto) del 9,4%, pero fue por los resultados extraordinarios que proporcionaron las plusvalías de las operaciones financieras y la disminución de las amortizaciones. Algo no extrapolable al conjunto de las empresas, pues a las medianas y pequeñas poco les llega de esas plusvalías.
En resumen, los resultados de las empresas empiezan a resentirse de los efectos del debilitamiento de la demanda, de la aceleración de los costes laborales y del fuerte aumento de las cargas financieras. El diferencial entre los ratios de rentabilidad del activo neto y el coste financiero aún es positivo, pero se reduce drásticamente frente a 2007 [1,1 frente a 4,4 puntos porcentuales]. Una de las fortalezas con las que ha encarado esta fase recesiva la economía española es la salud de las cuentas de las empresas. Pero, cuidado, porque esta fortaleza empieza a desmoronarse y, tras ella, lo hará la inversión y el empleo. Por ello, deben evitarse medidas y comportamientos que minen significativamente los cimientos de la economía -la rentabilidad-, como las cláusulas de salvaguarda cuando la inflación se acelera por causas externas y las anunciadas subidas del salario mínimo interprofesional por encima de la inflación. Dejemos todo ello para mejores tiempos.
El IPC de junio se ajustó bastante a las previsiones, que ya eran malas. La inflación registró una nueva y fuerte subida hasta el 5%, cuatro décimas porcentuales más que en mayo. De ellas, casi tres fueron responsabilidad de los productos energéticos y la cuarta se la reparten los alimentos frescos y los servicios de turismo y hostelería. La subida de la energía refleja la del petróleo, desde una media mensual de 123,3 dólares por barril en mayo a 132,4 en junio. Entre los alimentos frescos, se observan subidas importantes de las carnes, que pueden reflejar la caída de la cabaña ganadera ante las subidas de los piensos y la energía.
Bajo la hipótesis de que el precio del petróleo se mantenga en los niveles actuales [unos 140 dólares por barril], las previsiones para los dos próximos meses son malas. La inflación podría subir al 5,5% en julio y al 5,7% en agosto, aunque bajaría hasta el 4,5% en diciembre, dando una media anual del 4,8%. En 2009 proseguiría esta desaceleración hasta situarse en torno al 3% en la segunda mitad del año y en el 3,6% en media anual. Pero estas previsiones son particularmente inciertas y pueden desviarse al alza y a la baja según las distintas hipótesis del precio del petróleo, como se ve en el gráfico inferior derecho. -
ÁNGEL LABORDA ES DIRECTOR DE COYUNTURA DE LA FUNDACIÓN DE LAS CAJAS DE AHORROS (FUNCAS)
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