Tinto de verano con 'electrofolk'
Un recorrido por la oferta de veladas urbanas al aire libre con cine, teatro, música o arte
Verano en la ciudadQuedarse de rodríguez en Madrid. Suena retro, a película setentera, a tedio capitalino y a mucha envidia (de aquellos que se marchan de vacaciones). Pero no son los setenta y esto no es una película de Antonio Ozores. Los veranos en Madrid han dejado de ser infernales: no se pasa tanto calor gracias al aire acondicionado, hay menos gente y los atascos son un poco más llevaderos. La cultura bulle con decenas de espectáculos en muchas terrazas, jardines y plazas. Es la hora de vivir Madrid al fresco.
Cine con tinto de verano
El recorrido arranca en los templos de la cultura, aquellos que por miedo o pudor algunos no se atreven a visitar. La sala de verano del cine Doré, de la Filmoteca Española (Santa Isabel, 3), abre hasta finales de agosto. Pisarla es entrar en la máquina del tiempo: un jardín con arbustos, unas mesas y unas sillas de hierro forjado (las típicas de las terrazas), una pantalla de cine, y una barra con sus grifos de cerveza y dos camareros con pajarita. Proyectan títulos -casi todos los días, a las 22.30- como Smoking Room, Hable con ella o la película manga El castillo ambulante, que el jueves congregó a muchos fans del director Miyazaki. A algunos, como a la viguesa de 30 años Verónica Rodríguez, les sorprende cómo el cine conjuga elegancia con campechanería. "Mola tomarse un tinto de verano al aire libre en un sitio tan bohemio. Y los camareros tienen mucha clase", dice. Y añade: "Lo único que no me gustó es que no se podía fumar".
Electrónica en la plaza
del Fórum
Donde sí se puede encender un cigarrillo, para satisfacción de la chilena Isidora Cabezón, es en las plazas del CaixaForum. Todos los jueves, el centro programa actuaciones o videoproyecciones. "Mola que sea gratis y se pueda fumar", confiesa Cabezón, de 28 años. "No veníamos a cosa hecha", dice, buscando la aprobación de sus dos amigos chilenos, Pau Olivares, de 33 años, y Alejandra Andueza, de 27. "Pasábamos por aquí y nos atrajo la gente que había en la plaza". El pasado jueves, unas 120 personas disfrutaron -muchas desde el suelo- del grupo español de música electrónica Digital China, una mezcla de sonidos chinos y texturas hechas por ordenador.
Arte hasta las mil
A tiro de piedra queda uno de los tres vértices del triángulo del arte de Madrid. El Museo Thyssen-Bornemisza abrirá hasta las 23.00 hasta el 30 de agosto. "Abrimos las exposiciones temporales [Miró: Tierra, PhotoEspaña 2008: Florian Maier-Aichen y Avigdor Arikha] y la cafetería y el restaurante de la terraza", confirman desde el centro.
'Folk' en el Ateneo
y en La Casa Encendida
A algunos les sonará a marciano: un ciclo de música folk y electrónica en el Ateneo de Madrid. Pero, como dice Flo (Florencia Serrot), la cantante de Femme Fatale y responsable del evento, "lo clásico vuelve a ser cool". La madrileña de 29 años ha bautizado la iniciativa como Ateneo Abierto. El electropop de Uke y la electroacústica de Tape estarán allí el 26 de julio.
Un espacio donde no sorprende tanto ver modernos es La Casa Encendida. La terraza del centro de Caja Madrid vibrará con directos de jazz, electrofolk o deep house. Hoy, a las 21.00, toca el jazzista neoyorquino José James. Pero todos los domingos, hasta el 31 de agosto, hay actuaciones.
Noches con magia
Las acrobacias y los payasos están justo enfrente, en el Circo Price de Madrid. Hasta allí se acercó el pasado miércoles Concepción Hermosa, de 63 años, del municipio de Arganda del Rey. Le sedujo la idea de cenar y ver un cavaret (hasta el 27 de julio; desde 45 euros cena incluida). "La cena no estaba muy allá; y hubo momentos en los que se me hizo pesado. Es que esto lo hemos visto un millón de veces", afirmaba a la salida de Cavaret Circo. Las lámparas de colores, las mesas con manteles negros, las botellas de vino y la orquesta sí convencieron a la madrileña Beatriz Sanz, de 28 años. "Me han encantado los últimos, estaban supercachas...", opina en referencia a los acróbatas Hermanos Pellegrini.
Teatro sin techo
En el Madrid de los Austrias, los Jardines de Sabatini se llenan de zarzuelas populares (El año pasado por agua y La revoltosa) y de flamenco (Enrique Morente). En el barrio de Chamberí, los Jardines de Galileo (en la calle de Galileo, 39) presentan el clásico de Calderón de la Barca No hay burlas con el amor (22 euros). Hasta el 31 de agosto, quienes se acerquen podrán cenar (de 20.30 a 22.00) y desternillarse de risa. "Estaba mejor el entorno de la Muralla Árabe [el clásico de los Veranos de la Villa no repite este verano]. Pero aquí se gana en sonido", opina Antonio Ledesma, de Salamanca y de 36 años. Su compañera de mesa el día del estreno (el pasado jueves), Natalia Montero, también de 36, añade: "Está mejor organizado aquí, y la comida está muy rica", asegura, mirando unos platos donde hace un rato había pinchos morunos, ahumados y panceta.
La nota alternativa la pone David Fernández y Aquí iría el jodido título de la obra, en El Canto de la Cabra (barrio de Chueca), hasta el 20 de julio. "Me gusta que una plaza que está sucia todo el año se convierta en un espacio limpio en verano. El único problema es el sonido", señalaba un espectador, el malagueño Víctor Aertsen, de 23 años, el pasado miércoles (también, noche de estreno).
El Canto de la Cabra convierte la placita contigua a su sala en un teatro. "La ficción me da alergia, la obra es biográfica. Expongo mi relación con mi chica
[Gretel Stuick, que también actúa en la obra]", explica Fernández, de 31 años. Lo que más sorprendió fue la participación de los vecinos del barrio. Sobre todo, la señora Isabel. "Es muy almodóvar", apostilla Fernández.
Terrazas de altos vuelos
A 10 minutos andando, queda el Círculo de Bellas Artes. Su terraza es el refugio de parejas, lectores y turistas cada verano. Algunos se llevan sus ordenadores portátiles y trabajan un poquito, y otras como Ángeles Escribano, de 41 años, y Belén García (prefiere obviar su edad) se sientan a charlar después de un día de compras.
De más altos vuelos son las terrazas de algunos hoteles madrileños, como la del Emperador, en plena Gran Vía, con piscina y unas vistas que quitan el hipo.
Otros, como el hotel Me, en la plaza de Santa Ana, conjugan música y terraza. Su Penthouse bar y terraza se agita con el house del dj David Abarca (sábados, de 21.00 a 3.30); con chill out y tapas de sushi (domingos a partir de las 17.00) y de música ambiente los viernes de 21.00 a 24.00. "Es un lujazo poder ver el Barrio de las Letras desde esas alturas", comenta la gallega Olaia Salgueiro, de 29 años.
Seguimos por los tejados de Madrid, pero ahora saltamos a uno de la región. El Centro Arte Dos de Mayo, en la localidad sureña de Móstoles, inauguró ayer su terraza. Y lo hizo con un cóctel de electro y videoarte, con la performance gratuita a cargo del colectivo Discoteca Flaming Star (desde las 21.00). Una propuesta musical que la Tate de Londres describe como karaoke hardcore, por la mezcla de canciones, textos, sonidos e imágenes.
(www.mcu.es/cine/MC/FE/CineDore/index.html) (http://obrasocial.lacaixa.es/centros/caixaforummadrid_es.html) (www.museothyssen.org) (www.myspace.com/ateneodemadrid) (www.lacasaencendida.com) (www.esmadrid.com/circoprice) (www.esmadrid.com/veranosdelavilla) (www.elcantodelacabra.com) (www.circulodebellasartes.com) (www.emperadorhotel.com // www.mebymelia.com) (www.madrid.org/centrodeartedosdemayo)
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