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Reportaje:Grec 2008

Danza de la desolación

Juan Carlos García y Fernando Hurtado alían fuerzas en la coreografía 'De los afectos', que presentan en el Mercat

"Hoy en día, si le decimos a alguien que es un romántico casi lo estamos insultando. Es el último tabú de la posmodernidad". Roberto Fratini, profesor de teoría de la danza, resume con estas palabras la relación contemporánea con los sentimientos y las pasiones. "Invertimos tanto esfuerzo en buscar emociones que somos incapaces de sentirlas de verdad". Fratini es el responsable de la dramaturgia de De los afectos, el espectáculo que reúne la energía creativa de las compañías de danza Lanònima Imperial y Fernando Hurtado, que podrá verse en el Mercat de les Flors de Barcelona entre el viernes y el domingo próximos. La desolación por la pérdida de la capacidad de sentir impregna toda la obra, estrenada en Andalucía a finales del mes pasado.

Durante cuatro años y medio, Hurtado fue integrante de Lanònima, fundada por Juan Carlos García. De eso hace ya nueve años, pero cuando García le propuso unir esfuerzos en un trabajo conjunto de las dos compañías, se apuntó de inmediato a colaborar con un grupo en el que maduró "en la danza". García y Hurtado firman a medias la dirección artística y la coreografía. La alianza les permitía, además, fraguar un espectáculo "de gran formato" y sumar la colaboración de diversas comunidades autónomas (entre los productores figuran la Generalitat, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Gijón). Una forma de propiciar "los vasos comunicantes", que consideran muy importantes para avanzar en el terreno creativo.

La coreografía ha cobrado forma en el teatro del que es residente la compañía de Hurtado, el Villa de Nerja. Ha surgido, dicen, "de una manera muy fluida". Si en anteriores espectáculos los dos utilizaron la figura del ángel como metáfora, ahora creen que el contexto es "desangelado" para los sentimientos. Por eso, en De los afectos se utiliza como escenografía una gran pared metálica. La banda sonora de la pieza reúne temas de Schumann y Schubert ("un repertorio romántico por antonomasia", dicen los coreógrafos) junto a música tecno y efectos especiales. Una coloratura variada para ilustrar el viaje de los intérpretes a lo largo de la pieza, que según explica Fratini refleja que del romanticismo hoy nos quedan apenas "escombros y migajas".

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