En busca de la modelo diferente
Ocho mujeres jóvenes y guapas desfilaban por la pantalla de la BBC el pasado martes, en el estreno de un concurso que promete a la ganadora una sesión de fotos con una famosa revista femenina y el fichaje por una agencia de modelos. Hasta aquí la premisa puede resultar familiar (los programas en busca de una supermodelo son populares en muchos países, incluida España), pero esta emisión presenta una peculiaridad tan inédita como controvertida: todas las participantes tienen alguna minusvalía.
¿Explotación cruel de las incapacidades físicas o propuesta destinada a combatir los prejuicios? Britain's missing top model ha sido definida por el responsable del tercer canal de la cadena estatal británica, Danny Cohen, como "una serie que pretende desafiar los límites artificiales que existen en el mundo de la moda y la belleza". Arropado por ese enunciado políticamente correcto que ha propiciado críticas televisivas bastante benévolas, aunque no entusiastas, se trata en definitiva de un programa de telerrealidad. Pero algún crítico ha recordado que intentar convencer a la industria de la moda de que obvie las imperfecciones físicas equivale a predicar en el desierto.
Debbie perdió su brazo derecho en un accidente (condición que no le impidió aparecer desnuda en Playboy), Lilli es sorda y Jessica padece una neuropatía que le exige utilizar una silla de ruedas. Junto a sus otras cinco compañeras permanecen recluidas en un piso de Chelsea, donde siguen un curso intensivo en las lides de la moda a cargo de un grupo de expertos. El descarte se realiza a través de una serie de pruebas, que en el primer capítulo consistió en un posado fotográfico y se saldó con la expulsión de Rebecca (lleva una pierna ortopédica).
Las protagonistas del concurso lograron animar la discreta audiencia del canal digital de la BBC, con casi medio millón de fans (24% de cuota).
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