"La copla es una escuela de teatro"
Fue abanderada de la canción protesta hasta que hace ya casi un cuarto de siglo alumbró a la niña de sus ojos, Martirio, y le endilgó una peineta que ella misma había fabricado junto a la mujer de Kiko Veneno. Desde aquel día, el álter ego de Maribel Quiñones (Huelva, 1954) es un referente en la renovación de la copla y las sevillanas, un prodigio de ingenio andaluz que, sin gafas ni maquillaje, pasa inadvertida en la terraza del Café Central. Esta noche recupera en el Festival Pozuelo Escénica su fusión de jazz y copla junto a Chano Domínguez, reflejada en los discos Coplas de madrugá (1997) y Acoplados (2004), y el próximo día 23 comparte cartel en los Veranos de la Villa con la mexicana Lila Downs, esa mujer "humilde y guerrera como yo". A la vuelta de los calores, un par de discos en la cartera: uno junto al compositor cubano José María Vitier y un directo "desnudo, sin fastos" para celebrar las bodas de plata de su personaje.
"Soy feliz gracias a la música, el arte es esos padres que ya no tengo"
"Aspiro a ser libre y sabia, a no perder la curiosidad por el tiempo que vivo"
Pregunta. ¿Salió ya la copla del armario?
Respuesta. Sí, absolutamente. Desde Carlos Cano, Vázquez Montalbán y yo, la intelectualidad dejó de identificarla con el franquismo para descubrir su riqueza popular. Hemos limpiado los oídos de prejuicios, y entre Buika, La Shica, el concurso de Canal Sur, Falete, El Cigala o el musical de Gran Vía, vamos a tener un 2009 de lo más coplero.
P. ¿Le fascinaba la poesía del género?
R. Su dimensión poética, sí, pero también la lírica y la dramática. La copla es una escuela de teatro y vocalización.
P. ¿Su santoral particular?
R. La más admirable es Concha Piquer, y también la generosidad de Marifé de Triana, el señorío de Juanita Reina, la rebeldía a rabiar de Miguel de Molina...
P. ¿Qué se merecería hoy, en 2008, una buena copla?
R. Se me ocurren varias: las mujeres maltratadas, la libertad e independencia de una mujer de 50 años, la felicidad sin nadie a tu lado de quien depender. También le escribiría una copla a un posible nieto o nieta, ojalá.
P. ¿Ha conseguido ser feliz?
R. A menudo, y casi siempre gracias a la música. El arte es ese padre y esa madre que ya no tengo.
P. Cuando actúa junto a su hijo, el guitarrista Raúl Rodríguez, ¿prima la responsabilidad o el orgullo?
R. El orgullo. Confío tanto en él porque sé que, como a mí, le va la vida en esto. Nos une el cordón umbilical del arte.
P. Dicen que la gran música del siglo XX fue el jazz...
R. No, antes está el flamenco, porque te cambia la vida. Pero el jazz es fantástico, y Chano Domínguez te revienta del gusto.
P. ¿Y cuál será la gran música del siglo XXI?
R. La fusión, seguro. Es ahora el lenguaje más inevitable.
P. Usted es pura fusión.
R. Yo sólo aspiro a ser libre y sabia, a no perder nunca la curiosidad, la atención hacia lo que pasa en el tiempo que vivo.
P. ¿Ser mujer ayuda a comprender mejor sus canciones?
R. Hay que ser sensible, y ése no es patrimonio exclusivamente femenino. Conozco hombres con la sensibilidad a flor de piel y les animo a que emprendan un mismo camino de comprensión, amistad, humildad y tolerancia.
P. ¿Se sigue entendiendo bien Maribel con Martirio?
R. Sí, la mimo como a una hija que me ha permitido vivir una vida riquísima, vivo como quiero.
Martirio y Chano Domínguez. Viernes 4, a las 22.30, en el Auditorio El Torreón (Camino de las Huertas, s/n; Pozuelo de Alarcón). Entradas: www.elcorteingles.es/entradas y 902 400 222. De 20 a 30 euros.
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