Un recambio ya probado

Desde siempre, los presidentes del PP catalán han sido impuestos por la dirección nacional vía telefónica desde la madrileña calle de Génova. Alicia Sánchez Camacho no es una excepción. Pero el nuevo mirlo blanco que Mariano Rajoy ha decidido enviar a Cataluña es bien conocida por la militancia y no siempre para bien. Ayer, los críticos con la imposición de una nueva presidenta se afanaban en recordar los no pocos planchazos que ésta ha protagonizado.

Quien tiene boca se equivoca, y en la reciente campaña electoral en su papel de candidata al por Girona, tuvo a bien invitar al candidato estrella Manuel Pizarro a una comida con empresarios de la zona, en principio contentos con la visita.

Pero todo se torció cuando Pizarro respondió con un exabrupto a las demandas de los empresarios de nuevas y mejores infraestructuras para Girona. "En Teruel tenemos autovía desde hace cuatro días y aquí hace más de 30 años que hay una autopista pagada en parte por el Estado", les espetó Pizarro. Quizás no fuera sólo por eso, pero Sánchez-Camacho no obtuvo representación y dejó a Girona sin diputado popular.

Ahora, Sánchez-Camacho aparece como la solución al eterno problema catalán del PP pero en 2004 Josep Piqué ya apostó por ella como cabeza de lista por Barcelona a las generales. Al día siguiente, Mariano Rajoy desactivó la operación para colocar a Dolors Nadal.

Su locuacidad también le ha causado problemas. Afirmó que el ex presidente Aznar se había "equivocado" al insistir en relacionar a ETA con los atentados islamistas del 11-M. Pero rectificó para decir que no era nadie para juzgar a Aznar.

Con Sánchez-Camacho, bien vista por Rajoy y muy cercana a Javier Arenas, el nuevo hombre fuerte del PP, la dirección nacional también ha apostado por una imagen moderna. Es mujer y, como Dolores de Cospedal, la secretaria general, madre soltera por fecundación in vitro, una práctica condenada por la Conferencia Episcopal a la que tanta cercanía tiene uno de sus apoyos, Jorge Fernández.